Más de una semana después de que su casa quedó destrozada por el letal terremoto que sacudió el sur de Turquía, Mohammad Emin sigue cubierto de polvo y mugre.
Al igual que otras innumerables víctimas de una catástrofe que causó más de 41.000 muertos en Turquía y Siria, sigue esperando poder lavarse, afectado por la escasez de agua limpia que, según los organismos sanitarios internacionales, supone un riesgo para la salud pública.
«No hemos podido limpiarnos desde el terremoto», dijo Emin, un estudiante de diseño gráfico de 21 años, mientras llevaba medicamentos para la gripe desde la clínica de un estadio al aire libre que sirve de campamento para desplazados en la ciudad de Kahramanmaras.
Con gran parte de la infraestructura sanitaria de la región dañada o inutilizada por los dos terremotos de magnitud 7,8 y 7,6 del pasado lunes, las autoridades sanitarias turcas se enfrentan a una ardua tarea para garantizar que los supervivientes, muchos de ellos sin hogar, permanezcan libres de enfermedades.
Akin Hacioglu, un médico de la clínica, dijo que entre 15 y 30 médicos trabajaban en la instalación, la única de este tipo en el campamento, que atiende hasta a 10.000 personas durante el día.
Ofrecen vacunas contra el tétanos a los residentes que las solicitan y distribuyen kits de higiene con champú, desodorante, compresas y toallitas, explicó Hacioglu.
Pero Emin dijo que no había duchas en el campamento ni cerca de él y que los seis inodoros del estadio no bastaban para satisfacer la demanda.
Arif Kirici, de 42 años, lleva refugiado en el mismo estadio desde que escapó de las ruinas de su casa el día del terremoto y ayudó a salir a su madre.
Dijo que tampoco había podido ducharse ni, como otros residentes del campo con los que habló Reuters, cambiarse de ropa.
En la ciudad de Antioquía, más al sur, hacia la frontera siria, hay un mayor número de baños portátiles que durante los primeros días tras el sismo, pero muchos residentes afirman que aún se necesitan más.
Batyr Berdyklychev, representante de la Organización Mundial de la Salud en Turquía, dijo que la escasez de agua «aumenta el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua y brotes de enfermedades transmisibles».
Añadió que la OMS estaba colaborando con las autoridades locales para intensificar la vigilancia de las enfermedades transmitidas por el agua, la gripe estacional y el covid-19 entre los desplazados. (Reuters)