Cuanto más encarnizadas son las guerras y dejan como lamentables saldos más víctimas, entre muertos y heridos, surgen más posiciones extrañas. Se trata de informes precisos de los “amos de la guerra”, que hacen saber que hay más exigencias de las naciones para que sean fabricadas más armas; porque al parecer no satisface la cantidad con la que se cuenta y que está destinada a derramar más sangre. Por ello los que comercian con la muerte y el dolor ajeno exigen que aumente la producción de artefactos bélicos.
Resulta inhumana esa postura de quienes piden fabricar más instrumentos para matar, más elementos que incrementen el odio. Se quiere armas más modernas que en la práctica dejan muchos más heridos y fallecidos. Qué más se podría decir frente a cuadros dantescos, formados por grupos de heridos y muertos en hospitales y soldados que esperan turnos para salir a matar o morir, Mientras que avariciosos comerciantes de armas solo esperan que la minería aporte más materia prima para fabricar más armamento. Es triste observar que hay grupos de negociantes que no aceptan vivir en paz y exigen armas más modernas para acabar con vidas humanas.
Cuando se espera que el comportamiento del ser humano esté orientado especialmente a mejorar su calidad de vida, por el contrario, lo que se busca normalmente es tener a la mano armamento cada vez más efectivo para eliminar seres humanos. Esto es lo que se hace normalmente con la convocatoria permanente a fabricar más instrumentos que sirvan para mejorar la calidad y cantidad de armas que sirven a los países en guerra, sin que se pueda decir que se respeta la vida de civiles que quedan atrapados en medio de las batallas entre fuerzas armadas.
Ningún país, por respeto a su población, debería aceptar el añadido de nuevos armamentos a los arsenales ya existentes, ya que las que existen actualmente podrían alcanzar para desarrollar otras guerras. Lo correcto sería que todas las naciones se abstengan de impulsar la fabricación de armas y que las materias primas con las cuales son creadas sirvan exclusivamente para mejorar la calidad de vida del ser humano.
Al parecer las amargas experiencias recogidas, por ejemplo, durante las guerras mundiales, que dejaron enormes cantidades de heridos, muertos y gente traumatizada, con el paso del tiempo son dejadas en el olvido. Y prevalecen los intereses comerciales, vuelven los afanes de conquista territorial, la lucha por la hegemonía mundial, sin que importen las consecuencias de toda índole para las poblaciones afectadas. ¿Hasta cuándo el mundo seguirá por ese camino, sin ver que otras tareas son más urgentes, como la lucha contra la pobreza y el subdesarrollo?