Empecemos señalando que existe una multiplicidad de concepciones teóricas sobre adoctrinamiento. Según el marxismo, la educación sostenida por el currículo-contenidos, forma parte de la superestructura del Estado; consecuentemente, generadora del dominio hegemónico de una determinada “ideología” o pensamiento, implantado en la mente de la gente: “lavado de cerebro”. Y, en el campo de la educación, adoctrinamiento es instruir a alguien en el conocimiento o enseñanza de una doctrina, inculcar determinadas ideas o creencias.
En el diccionario de Ciencia Política (Sierra, 1998: 31), adoctrinamiento: En sentido político es la acción de buscar adeptos o partidarios que cambien sus primeras ideas: ¿Renuncia irrevocable o fraude electoral de Evo? ¿Autoproclamación o sucesión constitucional de Añez?, que se realiza de diversas maneras en conferencias de prensa, discursos políticos, pláticas individuales y callejeras, pretendiendo socializar nuevos contenidos del currículo escolar, ¿adoctrinamiento?
Como podemos apreciar, adoctrinar es manipular el pensamiento de la gente con fines netamente político partidarios, cambiar la visión y conocimiento de una realidad dada por otra ficticia: ¿Fue levantamiento popular? Situación que estamos observando ahora en el mundo socioeducativo, cuando autoridades del Ministerio de Educación, viceministros y sus técnicos “expertos”, tratan afanosamente de convencer, socializar, capacitar y lavar el cerebro de los profesores, padres de familia y estudiantes, hablando en los medios de comunicación de las virtudes que reúnen los nuevos contenidos del currículo, sin identificarse comprometidamente con las políticas educativas, prescritas en la Ley 070 de la Educación.
En esos escenarios de convencimiento, socialización y capacitación colectiva, fueron suficientes dos cuestionamientos a los sucesos ocurridos el año 2019: ¿Golpe o fraude? ¿Autoproclamación o sucesión constitucional?, ocasionando rechazo a la implementación del currículo actualizado en la gestión educativa 2023. Contraposiciones políticas de la historia del país, perturban y enferman a los componentes del sistema educativo, porque existen muchas incertidumbres asentadas en pedagogía de los maestros: “transmisores de los saberes y conocimientos científicos”; si corresponde enseñar la verdad de los hechos históricos o manipular esquizofrenicamente el pensamiento colectivo.
Entonces, aquí la diferencia la marcan los profesores, contrastando con la realidad objetiva: escoger con sapiencia y criterio pedagógico acertado los contenidos curriculares para enseñar a los estudiantes, siempre con la verdad histórica de los hechos, sin caer en las manipulaciones ideológicas partidarias. Además, esa es la misión que asumieron y juraron en ocasión de graduarse y recibir su título profesional de las escuelas superiores de formación de maestros y universidades públicas/privadas: ¡Formar a los estudiantes en valores humanos planetarios y enseñar efectivamente conocimientos científicos, apegados a la verdad de los hechos…!
El autor es pedagogo y escritor.