domingo, julio 28, 2024
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La idea de normalidad

Francisco Arias Solís

“¿Tienen idea de una idea?”, preguntaba Heinrich Heine: “¿Qué es una idea?”. Y nos cuenta que el “el cochero Pattensen masculla a todas horas estas palabras: ¡es una idea! Pero se puso muy enfadado cuando le pregunté qué era para él una idea. Y malhumorado, refunfuñaba: “¡Pues vaya, hombre, una idea es una idea! Una idea es una tontería que se le mete a uno en la cabeza…”. A estas ideas que se le meten a uno en la cabeza pertenecen, sin duda, las que se llaman ideas fijas, porque justamente fijarlas, dentro como fuera de la cabeza, es una tontería.
A algunos cuando se les preguntó qué era para ellos la idea de normalidad, malhumorados, como el cochero Pattensen, refunfuñaban: “¡La normalidad es la normalidad!”. Lo cual nos puede llevar a pensar que lo peor que le puede pasar a cualquiera es que las ideas que le pasan por la cabeza se le queden fijas en ella para entontecerlo por completo. Pues la ignorancia de la naturaleza mudable y corredora y hasta fugitiva de las ideas, es lo más peligroso de todo para el que las piensa: entre otras cosas porque se las apropia, porque cree que son suyas, de su propiedad particular.
“Tengo una idea”, se suele decir, como si las ideas se las pudiese tener de ese modo, apropiándoselas. Y también se dice que se nos ocurre, o ha ocurrido, una idea, como si nos lo sacásemos de la cabeza. En tal caso, pensaríamos que una idea que sale de la cabeza es una idea muerta. Y claro es que de ideas muertas se hacen los pasteles de ciertas “ideologías”. De esas ideologías de la normalidad están hechos, o fabricados o prefabricados, sobre todo, los mejores pasteles de cierto tipo de política.
Poniendo los ojos en esta España de hoy: ¿Qué idea tenemos o nos hacemos de ella? ¿Qué idea tenía de aquella España suya Mariano Larra, cuando preguntaba por ella como si la hubiera perdido, cuando preguntaba, en dónde está? ¿Dónde está la España?, se preguntaba Larra. Y notemos que él decía la España. Como si quisiera precisar y aclarar y distinguir mejor su idea, asegurándola con certeza, sin oscuridad, ni confusión ni duda. Pues, ¿qué España fue aquélla y que tiene que ver con ésta? Aquélla era una España a la que Larra articulaba y modulaba con un la mayor o menor, según los casos (y los casis, “toda España es un gran Casi mal disfrazado”, escribía).
“No vi nada” –concluye Fígaro al despertar de su pesadilla- “sino el gran Casi por todas partes”. Otros que no han despertado todavía, dicen: “No vi nada sino la normalidad por todas partes”… La España de ayer y de hoy ¿dónde está? ¿En un mañana del que diría Lope que nunca mañanea? “Siempre mañana y nunca mañanamos”, escribió Lope.

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