domingo, septiembre 1, 2024
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Valores, espiritualidades y religiones en la nueva malla curricular

Samuel Mamani Maquera

La tarea titánica del lanzamiento de la nueva malla curricular y los nuevos planes y programas por parte del Ministerio de Educación, ha levantado ciertas reacciones por parte de algunos padres de familia y mínimamente de algunos maestros, cuyo mayor argumento es la falta de presupuesto o ir en contra de la implementación de inglés desde el nivel primario, el ajedrez, lengua originaria, robótica, etc. A decir verdad, maestras y maestros siempre han estado en permanentes procesos de actualización, muestra clara son los cursos cortos y programas de capacitación para maestros a la cabeza de GEG Bolivia, la Unidad Especializada de Formación Continua, UNEFCO, o la Universidad Pedagógica (UP), dependientes del Ministerio de Educación, también con espacios virtuales creados con el objetivo de adquirir nuevas habilidades para integrar procesos de enseñanza y aprendizaje. Una plataforma virtual donde maestras y maestros encuentran la oportunidad de conectarse no solo a nivel nacional sino con el mundo. No pocos maestros han alcanzado altos niveles de aplicación en todas las áreas del conocimiento, hablemos solamente el caso de evaluación, encontramos infinidad de herramientas tales como el Addito, Cerebreti, Proctorio, Quizizz, etc., etc.

El tema que nos ocupa hoy es la enseñanza del Área de Valores, Espiritualidades y Religiones. En las nuevas mallas, planes y programas curriculares, se da un énfasis a la recuperación de valores, al respeto mutuo, diálogo comunitario y de consenso. Porque, el alto incremento de la delincuencia, divorcios, abandono de hogar, maltrato infantil, falta de asistencia familiar, social, feminicidios y todo tipo de violencia, debe llamarnos la atención a toda la sociedad en general, porque los valores están por los suelos. Este análisis tan preocupante tanto para las autoridades de gobierno como educativas y las familias en general, muestra a esta área con un enfoque consciente de pérdida de valores. Y la nueva malla con sus contenidos curriculares pueda ser el puntal para recuperar los valores humanos en franco diálogo y consenso. La multitud de creencias religiosas no debe ser un obstáculo para desavenencias de pensamiento, más al contrario, asumir un carácter reflexivo que busque el vivir bien de la sociedad y la comunidad. Valorar a la vida como símbolo de continuidad de la especie humana, también se ampliará a la naturaleza que cada día está siendo azotada por las continuas devastaciones por la explotación del oro, la madera o un afán de ampliar áreas de cultivo con carácter lucrativo, con semillas transgénicas y la aplicación de agroquímicos que deterioran la tierra, haciéndola cada vez más infértil.

Quien ama la vida, también amará a su tierra. Basta observar al labrador cuando ve brotar los primeros frutos de la tierra. Todo un milagro divino. La enseñanza de la religión debe empezar a valorar la vida, al prójimo, a la tierra, al cosmos y a todo nuestro entorno, en el entendido de que la tierra no nos pertenece, tal como afirmaba Edgar Morín.

Así, como Martin Luther King, soñaba con un mundo lleno de armonía donde negros y blancos vivan en un mundo sin violencia, donde la escuela sea el lugar propicio para el cultivo de amistades imperecederas, donde el hogar sea el semillero de paz y esperanza de nuestros hijos, así debemos saber oír, hablar y marcar una vida de equilibrio dinámico, donde no haya espacio para las diferencias. Cultivemos el amor a Dios y al prójimo, porque donde hay amor, hay paz y armonía, valga la redundancia.

¿Por qué los conflictos de hogar?, por falta de amor. ¿Por qué el maltrato infantil?, por falta de amor. ¿Se puede castigar o maltratar a quien se ama? Jamás. No se golpea a quien se ama, no se mata a la madre que te regaló hermosos hijos e hijas, porque una vez muerta la madre, el feminicida en la cárcel y los hijos en el orfanato, ¿qué sacamos con tanta maldad? De ahí la importancia de la enseñanza de los Valores, Espiritualidades y Religiones. Desde el momento en que los niños ingresan a la escuela, se les debe enseñar el respeto al otro. En mis trabajos de investigación he encontrado que, en el kínder, los niños ya vienen con ideas discriminatorias y egoísmo. Y son las madres, más que los padres, quienes enseñan a sus hijos a no compartir sus alimentos. Por ello, frecuentemente oímos frases como esta: “Tu sándwich, no le vas a dar a nadie, es para ti solo”. Y son estas madres que en la esquina de la escuela están haciendo las tareas para sus hijos con la mano izquierda, mostrando una apariencia de hipocresía y fomento a la flojera. ¿Dónde quedó la honradez? Es ahora cuando se deben dar los cambios de actitud, generadas en políticas de estado, a la cabeza de nuestros gobernantes. Quizás mañana sea demasiado tarde. He dicho.

 

El autor es Profesor de Estado.

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