miércoles, julio 24, 2024
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Una guerra estúpida y sus absurdos

Hace un año el gobierno ruso de Vladímir Putin invadió Ucrania, nación soberana que gozaba del derecho de autodeterminación de los pueblos y marchaba por una vía de prosperidad nacional y democrática. Había conseguido su libertad del imperio ruso hace unos cien años, pero fue convertida en colonia del Imperio soviético, del cual se liberó tras infatigable lucha de independencia.
Las antiguas pretensiones dinásticas de los zares volvieron a aflorar para convertir a Ucrania en colonia dependiente de Moscú, para aprovechar sus grandes riquezas, en particular de las tierras negras donde se practica una agricultura que mantiene, en gran parte, bien alimentada a Europa y la misma Rusia que, por su parte, atraviesa crisis internas de vieja data.
Al invadir hace un año a este país eslavo, Putin aseguró que necesitaba pocos días para una victoria contundente, pero pasado un año ese deseo se convirtió en un sueño de verano. Además, dijo que sería de bajo costo, aunque hasta el momento le ha costado nada menos que 141.260 soldados, 4.500 tanques, 5.187 vehículos blindados, y 2.322 sistemas de artillería.
Por si eso no fuera poco, a pesar de esas increíbles pérdidas, apenas ha ganado terreno y en algunas partes tuvo que retirarse y se sigue retirando. En esos últimos combates, Rusia ya perdió 2.013 drones, 871 misiles crucero, 462 lanzacohetes, 221 equipamientos especiales, 298 aviones de combate, 287 helicópteros, 241 sistemas antiaéreos, 221 equipamientos especiales y 18 barcos.
A esos problemas se debe agregar las pérdidas rusas por diversos bloqueos económicos, la oposición de la Unión Europea, el repudio mundial y, particularmente, la oposición interna que le impide reclutar nuevos efectivos. En cuanto a la resistencia del pueblo de Ucrania a la invasión, se asegura que es cada vez más fuerte y que el movimiento nacionalista se ha fortalecido para la defensa de la nación.
Finalmente, Rusia ha lanzado contra Ucrania una guerra injusta, con la estrategia de hacer desaparecer las ciudades y las industrias, es decir, una guerra que le será muy difícil sostener. Entonces, Putin pedirá informe del conflicto y la respuesta será: “Sin novedad en el frente… todos muertos, ningún herido”.
En realidad, la guerra en Ucrania, empezada hace un año, no tiene más solución que ir por el camino de la paz y que los saldos de la dinastía de los Romanov y su corriente de personajes de conquista, como Iván el terrible, ingresen a la onda de la modernidad y den fin a un tiempo del absurdo.

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