Se sabe por medios de comunicación que en cárceles de todo el mundo circulan bromas y chistes a costa de presos y personas que caen o pernoctan transitoriamente en esos recintos. También se conoce hechos que afectan a quienes se hallan recluidos por diversas causas. Al respecto, la explicación es la misma: “Se trata de información que sale de diversas maneras de recintos carcelarios, especialmente de celdas que alojan a políticos”.
En nuestro país, ha circulado la versión de colocación de micrófonos en la celda del señor Luis Fernando Camacho, gobernador de Santa Cruz, que se encuentra apresado desde diciembre pasado, bajo la acusación de haber cometido delitos o intentado boicotear labores gubernamentales. ¿Es cierta o no la versión? Los defensores del gobernador cruceño aseguran que sí, mientras desde el sector oficialista se la rechaza. Todo se muestra dudoso. Sin embargo, “cuando el río suena es porque piedra trae”. Lo grave es que denuncias o acusaciones o insinuaciones de este tipo cuando no son respondidas de manera adecuada, tienden a adquirir mucho volumen y luego, muy rápidamente, adquieren dimensiones peligrosas. Como en cualquier sitio del mundo, toda versión sin atención oportuna crece, o se desinfla por sí misma cuando no tiene fundamento.
Situaciones como la mencionada tienen que ser tomadas en cuenta, especialmente cuando parece que habrá más confrontaciones entre corrientes partidistas que, según se dice, se muestran prestas a luchar en busca de réditos que les permitan mantenerse en el poder o llegar a ese sitio de privilegio. Lo cierto es que se vislumbra la intensificación de las pugnas partidistas, hasta niveles peligrosos y lo peor es que será con medios propios de la execrable politiquería, por lo que el juego limpio y honesto puede ser relegado indefinidamente.
Así empieza el combate por el poder que, según los políticos en vigencia será limpio; pero será sucio según criterio del pueblo.
La colectividad se mantendrá a la expectativa de lo que viene. Si fueran ciertas las informaciones sobre tortura psicológica mediante la colocación de micrófonos, sin respetar la privacidad del encarcelado gobernador cruceño, hay que condenar a los que lo hubieran permitido. Y si no es cierto tal hecho, corresponde demostrarlo con una investigación imparcial. La contienda política partidista tiene que ser limpia; si se va a mostrar sucia y hasta torturante, será censurable en todo sentido.