La remembranza de tiempos vividos, así tengan raíces en la niñez y la juventud, adquieren especial significación cuando la lejanía en que uno se encuentra y la soledad se acerca, porque lo más querido tiende a alejarse por causas o razones normales del diario vivir, da lugar a sentir y hasta rememorar con fuerza lo más grato y querido.
Esos recuerdos conllevan o permiten repetirlas en la memoria, hechos y momentos gratos –y hasta ingratos, según las circunstancias– que en su momento nos dieron felicidad y contento; instantes en que revivimos la felicidad, las risas y sonrisas, las alegrías y placeres de los hijos que sumidos en travesuras nos mostraron lo que era bello, reidero y causaba contento a quienes compartimos esas dichas y, como si se viviera el instante, se ríe o llora por igual, sin medida ni clemencia pero nos proporciona alegría y felicidad.
Nadie, en pobreza o riqueza, en momentos de dicha o dolor, con razones o sin ellas, puede sustraerse de esos recuerdos y cuantos más esfuerzos hace por olvidar los ratos infelices más afloran inclusive los que se cree podían haber sido compañía y unidad de lo vivido. Cada quien revive y perdura en su mente, memoria y corazón lo más que puede de lo vivido, aunque lo mejor tenga prioridad porque en todo ello están los padres, la esposa, los hijos y descendientes como lo más amado y requerido por los sentimientos y deseos de volver a vivir.
Hay que convenir en que la remembranza de hechos pasados forma conductas, modela comportamientos, da lugar a compartir lo digno y bueno con quienes han sido o son parte del diario vivir. Los hombres conforme pasa el tiempo se acomodan a sus propias formas de ser que buscan senderos de perfeccionamiento porque recién, en los años mayores, se encuentran las razones, circunstancias que nos acercan a Dios y que, parecería que el hombre no da importancia aunque vivir bajo normas señaladas en los decálogos nos enseñan cauces para un perfeccionamiento que luego, por propia conveniencia, transmitimos a nuestros seres queridos porque todo ello encierra virtudes y condiciones de vida que el ser humano no debería abandonar por ningún motivo.
Recuerdos de lo bien amado perduran en los corazones
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