miércoles, julio 17, 2024
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Retorno al tiempo de las vacas flacas

Las alarmantes noticias económicas que traen los voceros oficiales y las dependencias estatales, sobre el agotamiento de las reservas internacionales, el crecimiento de la deuda externa, el aumento del déficit fiscal, el derrumbe de los precios de las materias primas que proveen al Estado Plurinacional de divisas para sus diversos gastos, no dejan de causar preocupación y hasta malestar en la opinión pública.
Entre ellas resalta la noticia negativa que se refiere a que están a punto de agotarse las reservas internacionales, hecho que determinaría la falta de divisas para las empresas que hacen importaciones de elementos imprescindibles para el consumo diario de la población en general. Por otro lado, el gobierno espera que el Órgano Legislativo apruebe alrededor de 300 millones de dólares solicitados a entidades internacionales, préstamos que harían crecer la deuda externa boliviana a niveles rara vez conocidos.
Por otro lado, el Ministerio de Economía ha empezado a hacer “maniobras estratégicas” de diverso tipo para atender la escasa liquidez del Estado y cubrir diversos gastos, mientras el ministro Montenegro inclusive llegó a sugerir que se dicte una ley para amenazar con la cárcel a quienes hagan correr rumores sobre la suerte del dólar. Esas amenazas, en conjunto, han creado un ambiente de inquietud en torno a que se aproxima una crisis financiera, más a corto que a largo plazo.
Se destaca, al mismo tiempo, que hasta el peor Ministro de Economía maneja con éxito las finanzas públicas cuando tiene grandes cantidades de dinero, mientras el mejor ministro resultaría ineficiente cuando no dispone de recursos económicos que le permitan hacer gastos hasta superfluos e inútiles.
Pero el problema relacionado con la demanda de dólares es de antigua data. En efecto, en determinado un momento las reservas internacionales (RIN) llegaron a 15 mil millones de dólares y al presente han caído a un nivel mínimo. Entonces el ministro responsable de ese despacho debe solucionar el problema y ahora acude a medidas que, al parecer, nada solucionan y más bien lo agravan, creando un círculo vicioso siempre en crecimiento. Por tanto, el origen del mal está en que no se administró con sentido común ese capital de años pasados.
En términos específicos, lo que ocurrió es que en tiempo de las vacas gordas los ingresos que tenía el Estado Plurinacional fueron caudalosos (por las altas cotizaciones de las materias primas de exportación, cuyos ingresos llenaban las arcas del Estado). Pero, actualmente, esos precios no se han vuelto a elevar y vivimos el tiempo de las vacas flacas. El Estado se ha empobrecido y sus instituciones no responden a sus deberes. En consecuencia, sin dinero, se recurre a la política de los parches y remiendos.

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