Miguel Ángel Pablo Hidalgo Chávez
El consumo de bebidas alcohólicas es un factor que incide para cometer delitos en contra de la existencia de una persona, sin pensar en que, como consecuencia de un feminicidio, los hijos e hijas son quienes sufrirán por la pérdida de su madre y al mismo tiempo de su padre, quien quedará encarcelado.
Un estudio realizado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), identifica a la violencia registrada en varios países de Latinoamérica como un problema de salud pública. Y es que en varios de los casos atendidos, los daños no solo derivan en la prestación de mayores atenciones médicas y psicológicas, sino en que muchas víctimas de la violencia lleguen a presentar traumas de por vida. Más aún cuando en algunos casos se trata de los hijos e hijas, quienes llegan a ser testigos de una violencia continua, que termina con la muerte de la madre de familia.
Estos hechos de violencia pueden ser prevenidos gracias a la responsabilidad social que puede ser asumida por municipios, gobernaciones y hasta los propios centros educativos. En varios casos, los Servicios Legales Integrales Municipales (SLIM), son las instancias que deben atender las denuncias sobre violencia familiar, pero éstas llegan solo cuando hay riesgos para las vidas de las víctimas.
Para ello es esencial que juntas vecinales, presidentes de barrios, padres de familia y hasta grupos de mujeres, puedan observar a las “familias en riesgo”, donde sean identificadas las personas que puedan generar violencia en contra de familiares y, en esos casos, ser remitidos a instancias de la Policía boliviana.
En Bolivia, en los últimos días se dio a conocer que de enero a la fecha se reportaron 19 muertes de mujeres, quienes dejaron más de 23 menores huérfanos, muchos de los cuales, si bien podrían ser entregados a la familia ampliada de la madre o del padre, no recibirán continuos tratamientos psicológicos como víctimas de una violencia continua o, peor aún, cuando algunos fueron testigos de la muerte de su madre, en manos de su progenitor. De seguro que crecerán con un alto riesgo de presentar problemas psicológicos y hasta psicopáticos. Ellos serán parte de un conglomerado social que desde hace años van creciendo en orfanatorios o con la familia ampliada, como producto de la violencia de pareja.
Pero la tragedia dentro de las familias o las parejas de seguro pudo ser prevenida, evitada y hasta tratada. En psicología se asegura que muchas parejas en la etapa del enamoramiento pueden identificar las denominadas banderas rojas que nos alertan sobre el tipo de personalidad que uno tiene. Estos tópicos pueden ser sociabilizados por la Policía Boliviana en sus instancias de investigación, pero sobre todo en los procesos de enseñanza o interacción comunitaria, donde intervienen municipios, gobernaciones y el propio Ministerio de Educación.
Los hechos de violencia dentro de una familia pueden ser prevenidos a través de la capacitación y socialización, con el apoyo de instituciones como la policía, especialmente en el área rural y fronteriza. Esto será posible, sin embargo, con el compromiso de autoridades locales, como alcaldes, juntas de vecinos, control social, comunarios. En todo caso, el diálogo y la coordinación entre autoridades y la población son fundamentales para atacar este problema.