lunes, septiembre 2, 2024
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Las democracias populares

La pasada semana se realizó en la ciudad de Santo Domingo, la XXVIII Cumbre Iberoamericana, a la que asistieron 22 países latinoamericanos, más España y Portugal. En el acto de apertura el presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, en excelente discurso no escrito, hizo mención a diversas problemáticas de las sociedades de esta parte del mundo, entre ellas la crisis alimentaria, el medio ambiente, la equidad digital y el deterioro de la democracia.
Al evento asistieron 12 presidentes de naciones latinoamericanas, el rey de España y su jefe de gobierno, entre éstos el presidente de Cuba, Díaz Canel y la vicepresidenta de Venezuela, países sometidos a dictaduras de corte socialista comunista. Estuvo también el presidente de nuestro país, quien en su alocución planteó crear instituciones que defiendan y preserven las democracias interculturales y populares. Además, Arce Catacora hizo mención a que “las formas de resistencia a las democracias participativas se ocultan en aparentes libertades de expresión, libertades de prensa, para de forma implacable invaliden hasta querer volver impresentable toda acción que preserve y que proteja a quienes históricamente han sido excluidos”.
Arce Catacora se refirió a los golpes de Estado y el cerco permanente a nuestras democracias populares bajo un aparente discurso democrático, proponiendo repensar en formas democráticas más participativas, con derechos ciudadanos ampliados y con sociedades y Estados adecuados al nuevo tiempo, preparados para enfrentar los proyectos conservadores.
La democracia es un sistema basado en las plenas libertades, como lo propuso el liberalismo nacido de la Revolución Francesa, y el “estado de derecho”, es decir donde gobernantes y gobernados están sujetos al cumplimiento estricto de las leyes, división e independencia de los Órganos o Poderes del Estado, elecciones libres para elegir a los gobernantes por tiempo predeterminado, alternabilidad en el ejercicio del poder, libre prensa y opinión, y, por supuesto, respeto y garantías a los Derechos Humanos.
La propuesta del presidente del Estado Plurinacional en la cumbre de Santo Domingo, en la que propone buscar muevas formas democráticas, resulta en alguna medida un desconocimiento a los fundamentos de la democracia representativa y de libertades, donde se debe respetar la opinión y acción de todas las corrientes ideológicas y no pretender imponer el partido único y, por supuesto, un solo pensamiento, pues los individuos son tan variados como sus formas de pensar.
Algún país satélite de la ex Unión Soviética, se denominó: República Popular Democrática, que de democrática nada tenía y que se derrumbó con todos los regímenes socialistas comunistas, tal castillo de naipes en 1989, con la caída del muro de Berlín, lo que nos lleva a interrogarnos si el presidente Arce Catacora cree que debemos inspirarnos en ese fallido modelo de Estado.
Ya con la Revolución Nacional de 1952, se liberó de su condición de siervos de la gleba (pongos y mitanis) a los indígenas históricamente excluidos, otorgándoles todos los derechos ciudadanos, tierras en propiedad y armas para su defensa; se creó el Ministerio de Asuntos Campesinos, se crearon escuelas rurales y se volcaron importantes recursos al desarrollo rural. Los indígenas, las mujeres y todos los ciudadanos sin distinción alguna, tienen derecho a ser electores y elegidos desde la Revolución de 1952, nada o muy poco se ha añadido a las medidas revolucionarias de Abril de 1952.
Es la corriente populista que nos gobierna duante 16 años, en sus dos versiones de tiempo, pero que no han variado en absoluto sus políticas, la que debe repensar en su proyecto que parece estar agotado y en franco deterioro. Debemos retornar a la “alianza de clases” en beneficio de la Nación boliviana, como lo planteo Carlos Montenegro y no alentar desde el poder, la división y confrontación ya no entre clases, sino entre grupos étnicos, es decir una división racista.
La patria boliviana está conformada por diversos grupos sociales, con diversas culturas y tradiciones, pero todos debemos sentirnos parte de una sola Nación, la boliviana, con sus divergencias, pero con un solo sentido de pertenencia de ser bolivianos.

El autor es Abogado, Politólogo, escritor y docente universitario.

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