lunes, septiembre 2, 2024
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El narco hace metástasis

No dejan de sorprendernos las caprichosas relaciones existentes entre el gobierno de Luis Arce Catacora y la tropa nostálgica y residual que aún sigue a Evo Morales, pues éstas discurren, como en un matrimonio mal avenido, entre declaraciones de amor y disputas casi irreconciliables, o con el mejor estilo aimara, a pedradas.

Especialmente, dicha disrupción en el seno del partido “indígena” que nos viene gobernando desde hace 17 años, debería llamarnos la atención en los momentos en que la situación económica del país ya no permite piruetas ilusionistas, como aquellas que nos entretuvieron durante todo el período de las vacas obesas. Hoy, la situación es muy distinta, y ésta se aleja cada vez más del guion escrito por el manguero cubano Fidel Castro, creando el eje del mal entre Caracas y La Habana, y constituyendo el guion de un drama de corrupción, narcotráfico y rapiña ilimitados, basado supuestamente, en una supuesta enemistad incompatible con los norteamericanos, hechos que en realidad fueron muy diferentes.

Constituiría un atentado a la memoria popular el no recordar la súbita aparición del solitario embajador Goldberg elogiando la tarea del gobierno de Evo Morales, en lo que a su lucha de erradicación se refería, ante la cual, el esfuerzo banzerista de “coca cero”, parecía una simple afeitadita; desmintiendo categóricamente que Bolivia hubiese salido de la lista de los beneficiarios de la Cuenta del Milenio y afirmando que estaba logrando claras postergaciones en el acuerdo del ATPDEA: finalmente, cuando dicho diplomático se mostró tan condescendiente y solícito, nos hizo suponer que existía una relación más estrecha  y devota que la que los norteamericanos habían logrado con Goni, Banzer, o Rodríguez Veltzé juntos.

Al parecer, la estrategia gringa para contener la insurgencia indígena en la región usando una “cuña de la misma madera”, como se lo hizo con el comunismo en las décadas de los sesenta y setenta, utilizando “líderes comunistas o simplemente izquierdistas”  se va poniendo cada vez más en evidencia, utilizando ese descarado arte de hacer tongo, hábilmente aprovechado por el actual gobierno que, ante las genuinas protestas sociales utiliza el poder judicial como un garrote para aplacar a los justos protestantes, sean estos maestros, médicos, o libre cambistas, empero,  se hace mutis por el foro cuando se trata de narcos impenitentes o avasalladores que no dan tregua, llegando al extremo de invadir propiedad privada, como a los bellos hoteles de Sal en Uyuni, que han elevado a niveles astronómicos nuestra riqueza turística. Actúan, como si estuviesen invitando a los “hermanos chilenos” a operar en consecuencia. En fin, algún día la Corte de La Haya los absolverá.

¿Se imagina usted, querido lector, el quilombo que se armaría apresando a Evo, hoy en la oposición, y su cajero al mando del Estado? Con seguridad el recorte de la ayuda sería automático; algunos milicos de alta graduación estarían camino a Miami más esposados que un jeque árabe; muchos cristianos del partido oficialista perderían su visa y la chance de volver a ver de cerca al Pato Donald.

Ahora bien, prohibir el ingreso libre de personas al Chapare, como fue el caso del vicepresidente del Estado, David Choquehuanca, es una señal inconfundible de que, el drama que estamos viviendo los bolivianos desde hace dos décadas, es el cáncer que se ha diseminado a una parte distinta al punto de nuestra geografía donde comenzó, haciendo que el narco haga metástasis.

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