viernes, septiembre 27, 2024
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Cuando la historia vuelve al punto de partida

Las crisis políticas en Bolivia son una constante crónica y no dejan de manifestarse desde 1825, aunque ahora son más frecuentes y agudas, debido a que los grandes problemas no fueron resueltos o sólo lo fueron a medias. Esas crisis se reproducen en la actualidad.
La crisis política contemporánea es prolongación de ese proceso, en particular la que empezó en noviembre de 2019, que fue, a lo más, tan sólo política y no tanto económica como la actual. Esa insurrección estaba destinada a atender la crisis que entonces agitaba al país y, por tanto, resolver los problemas que le afectaban. El gobierno transitorio, debía cumplir esa responsabilidad, pero convocando a una Asamblea Constituyente para que modifique o dicte una nueva Constitución y llame a elecciones generales. Pero, sin sentido político, el gobierno transitorio se empantanó, fracasó y repuso el caduco estado de cosas.
Es más, al frustrarse ese movimiento y retornar el viejo régimen, todo empeoró. Todo volvió a punto cero, para empezar de nuevo. Pero, además de la crisis política, emergió con intensidad la crisis económica y la sociedad muestra mucha preocupación por la experiencia de sucesos anteriores. Por ello demanda no repetir errores y, más bien, avanzar para salir de la crisis. Sin embargo, los cabecillas de los sucesos de 2019, no percibieron la realidad y sin capacidad de generalización y abstracción, repitieron errores, confundiendo asuntos personales con aspectos históricos. Sin embargo, no se observa que haya una crítica a su fracaso anterior y sigue faltando estrategia y tácticas que puedan servir para el futuro.
Pero, de todas maneras, como la historia no se detiene a esperar a personajes empíricos o positivistas, nuevas fuerzas sociales, producto de la nueva realidad y las enseñanzas de la historia, saben lo que hay que hacer en caso de una nueva conmoción insurreccional que haga avanzar la historia, paralizada por el fracaso de noviembre, a fin de salir de la crisis y hallar soluciones.
Durante la insurrección de noviembre de 2019, espontánea e inconsciente, no se comprendió la situación, ni se vio los objetivos ni otro aspecto necesario para evitar el fracaso, error que le ha condenado a padecimientos de todo orden y que, además, recién están empezando.
Esta observación del proceso político actual del país, en el contexto general de la historia de Bolivia, muestra la necesidad de estudiar las enseñanzas del pasado y aplicarlas para no caer en el error y condenarse de por vida a la crisis, viendo, por tanto, la perspectiva histórica democrática y nacional, ajena al populismo, al izquierdismo absurdo que sólo es expresión de la derecha, como siempre ha ocurrido en Bolivia, a título de “evolución”, “ideología” y otros conceptos ambiguos que a nada llevan.
En todo caso, como las crisis políticas son independientes de los deseos de la gente, el gobierno se ha abierto numerosos frentes y día que pasa abre otros, como buscar enfrentamiento con los periodistas y los medios de comunicación, táctica que hasta el más ingenuo de los teóricos considera que, más que una tabla de salvación, es un suicidio.

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