Persecución contra la Iglesia Católica

Según la historia del mundo, los cristianos, desde el Nacimiento de Jesús, han sufrido por persecuciones iniciadas por partidarios de Herodes, sus ascendientes y sus descendientes. Esa represión al cristianismo ha continuado hasta nuestros días, de diferentes formas. En tiempos bíblicos no se consideró que la llegada del Redentor a la tierra debía ser motivo de plácemes y alegrías, que el mensaje de paz expresado por Dios en Belén estaba dirigido incluso a los soldados romanos que buscaban la muerte de Jesús.
En nuestra época no es extraño que tan magno acontecimiento de amor no signifique mucho para quienes son partidarios de guerras y discordias, para los que propugnan hambre y enfermedades, que solamente causan más angustias y dolor para los seres humanos. Prevalecen los intereses económicos y los deseos para obtener poder, por lo que siguen obrando quienes no dudan en provocar hambre y enfermedades, dolor y lágrimas, para lograr sus objetivos funestos. ¿Qué hacer en un mundo desquiciado y pleno de amarguras? ¿Cómo paliar el dolor de los que soportan numerosos problemas todavía no resueltos, como la pobreza, el desempleo, la falta de condiciones de vida dignas?
La persecución a los fieles es parte indivisible de lo que es la Iglesia cristiana de todos los tiempos. La Iglesia es portavoz de la grandeza de la redención realizada por Jesucristo; es la representación de lo que el Padre Eterno hizo para salvarnos de los pecados del mundo. Pero muchos hombres, soberbios y satisfechos de su poder terrenal, siguen empeñados en repetir cada día el sacrificio de Jesús para redimir a la humanidad. Ellos no toman en cuenta que los pueblos, a través de los siglos, con sus creencias y fe han demostrado la vigencia permanente de la Iglesia católica en el mundo.
Los gobiernos que persiguen al cristianismo no hacen otra cosa que fortalecerlo. Y es que sus enemigos, que aparentan ser amigos, con sus cuestionables acciones solo han conseguido a través de los años que el cristianismo tenga mayor vigencia, pese a la oposición demostrada por no creyentes que se rigen por un materialismo extremo.
En nuestro medio, desde hace más de una década han sido frecuentes los ataques contra representantes de la Iglesia católica, particularmente cuando ellos se han referido en mensajes públicos a polémicas acciones gubernamentales que afectaban a varios sectores sociales. En esas ocasiones, el oficialismo ha respondido con voces altisonantes, olvidando, por ejemplo, el papel de la Iglesia cristiana en la época de las dictaduras, cuando, como era su deber, resguardaba a los perseguidos políticos.
De cualquier manera, para nuestra sociedad, donde una mayoría es católica, es muy importante que la Iglesia siga manifestándose para apoyar a quienes se consideran injustamente reprimidos por los gobernantes de turno.