martes, julio 30, 2024
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La mejor opción para vivir

“No es un gran cambio el de una dictadura de derecha por una dictadura de izquierda. En la práctica, una dictadura de izquierda, por estar mejor organizada, somete al pueblo de una manera más firme y más permanente que cualquier dictadura de derecha. Pero la libertad del ciudadano –su derecho a hablar, a leer, a pensar, a practicar una religión si lo desea– resulta tan limitado bajo una como bajo la otra”, sostiene, William O. Douglas (1).
En consecuencia: toda dictadura, militar o civil, de derecha o izquierda, es nociva, por cuanto atenta contra la libertad ciudadana. Por tanto, no significa una prenda de garantía para la convivencia civilizada. Es que ha silenciado la voz disidente, ha encarcelado a líderes opositores o echado al ostracismo, a los más “peligrosos”. En ese marco ha coartado la actividad política, ha restringido la inquietud sindical, social, cultural y de otros ámbitos.
“Más de sesenta personas vinculadas al gobierno anterior del ex presidente Siles Salinas y pertenecientes a diferentes partidos de oposición, fueron detenidas desde las primeras horas de ayer” (2), decía, hace aproximadamente 54 años, un recuadro periodístico. Figuraban, en la nómina, militantes del MNR, MNRP, PRIN, FSB y docentes. De esa manera actuaban los gobiernos espurios. Actos de esta naturaleza se inscriben, abundantemente, en la historia política, como signos de retroceso, en materia política.
En la región ya no hay vestigios de dictadura militar. Ésta fue desalojada por el pueblo movilizado, que buscaba el cambio por el bien común. Las primeras manifestaciones democráticas se advirtieron a partir de los años 80 del siglo pasado. Pero sí existe, en algunos países gobernados por izquierdistas, la dictadura presidida por el civilismo omnipotente. La mayoría de estos regímenes dicen ser amigos entrañables de Vladimir Putin, el jerarca ruso que pretende imponerse, a sangre y fuego, en Ucrania, asumiendo una actitud demencial, que marcará la etapa más cruenta del presente siglo. Hecho que fue condenado por el mundo.
En su momento tanto la dictadura de Castro como la de Pinochet, fueron duramente repudiadas por la comunidad internacional. Porque la dictadura desconocía el espíritu intrínseco de la democracia e imponía sus reglas de juego en el tablero de ajedrez político. Siempre éstos se apoyaron, para imponer sus objetivos particulares, en la fuerza castrense. Hoy surgen en contubernio con acciones fraudulentas, en las urnas electorales, que son parte de la “fiesta democrática”, tan celebrada aquí y allá.
La democracia, por lo visto, es el único sistema que garantiza las libertades ciudadanas. Que evita los atropellos y excesos. ¡Que viva la democracia!, ahora más que nunca. Ahora cuando tratan de resurgir los resabios dictatoriales, blindados por el ropaje de ser “legítimos” y “democráticos”.
En suma: la mejor opción es vivir en democracia, pese a que no es perfecta. Pero es perfectible, en el tiempo y espacio. Vale la pena, obviamente.

NOTAS
(1) William O. Douglas: “Manifiesto de la democracia”. Talleres de B. Costa – Amic, México, mayo de 1963. Pág. 34.
(2) “Más de 60 personas detenidas”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 27 de septiembre de 1969.

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