sábado, julio 27, 2024
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Novela: Entre el amor y la locura

David Vildoso Lemoine (2019), relata una historia de amor de Azucena, quien al sufrir una traición de su expareja, quedó muda, sin habla y enferma. Pero el amor, cómo define el autor: “Sentimiento intenso del ser humano, que partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”; facilitó su curación sentimental. Vuelve a recuperar «el habla» y concluir sus estudios en la Normal de Maestros de Sucre, para luego ir a trabajar a su pueblo Sopachuy, como docente de Psicología y Filosofía, colmada de felicidad y alegría, junto a Ignacio e hijos.

Cuenta, Ignacio (p. 132): no había comunicado aún nada a la muchacha sobre su partida. Esperó hasta el último momento, pues pensó que sería mejor así. Los padres de Azucena le habían invitado a almorzar, tal vez como una despedida, o como agradecimiento por lo que había hecho durante aquellos días por su hija. Más tarde, saldría su transporte rumbo a la capital. Sirvieron un apetitoso picante de pollo e Ignacio agradeció las atenciones naturales y afectivas de los Ariza (padres). Azucena comió en completo silencio y, a ratos, dejó escapar algunas miraditas hacia el invitado. El joven, levantándose y sonriendo, dijo, necesito hablar con Azucena, ¿podría salir al patio junto a ella por un momento?

Doña Olivia (mamá) asintió con lentitud, mirando a su hija para que saliera. La pareja lentamente se situó a la sombra de los árboles de naranjo. Ignacio se rascó la cabeza, buscando palabras. –Azucena, me voy a ir, voy a viajar… La muchacha abrió los ojos con sorpresa y cambió la expresión de su rostro hasta volverlo una máscara de tragedia… quiso decir algo o al menos gritar; como un pájaro herido, abriendo su boca apenas emitió un jadeo de angustia –Ignacio trató de consolarla; quiso abrazarla; pero sintió que ya estaba haciendo demasiado daño.

Volveré, Azucena, volveré porque parte de mí vida se queda contigo. Saben, ¿Qué fuerza misteriosa e invisible rige en el universo?, cuando Ignacio se dio la vuelta para alejarse y apenas había dado dos pasos –los más pesados y largos de su vida, por supuesto–, escuchó algo inexplicable, era la canción más dulce y angelical del universo: –No, era la voz de Azucena que apenas salía de su escondite y decía: n-no m-me d-de-dejes, Ignacio…, situación sorprendente e inexplicable, ¿Será resultado de la magia del amor?, seguramente.

Había escuchado hablar. ¡Hablaste…! Pero, ¿por qué esperaste hasta el último momento? ¿Sería la magia que hacía sentir el estar en Sopachuy, el efecto milagroso de las aguas de los ríos y la belleza de sus atardeceres los que habían determinado que ella hable? ¿O el amor, había realizado aquel milagro? De pronto, al finalizar aquella frase, sus ojos adquirieron el color verde encendido de cuando Ignacio la vio por vez primera. Su semblante se tornó inocente y más hermoso por el cambio de facciones, porque Azucena comenzó a hablar nuevamente.

Ignacio se empapó en los ojos de Azucena que rebalsaba de lágrimas y no pudo hacer más que abrazarla. Sintió en aquella nueva mujer inocente y tierna su propia vida; y se dio cuenta que su pasado, su presente y su futuro se fusionan en un punto del infinito, equilibrando su universo. Ya no existía la conciencia de sus anteriores conquistas, el placer por el placer; solamente existía el amor, el amor que bordeaba la locura, la locura de sentir amor.

Lectura recomendada para estudiantes de nivel secundario, linda novela de reflexión realista.

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