Los países que lideran la implementación de la inteligencia artificial (IA) han empezado a preocuparse por los sesgos negativos que va tomando esta nueva tecnología en varios aspectos de la vida ciudadana, por lo que están interesados en reglamentarla de la manera más ajustada posible.
Si bien la IA hace posibles muchas de nuestras rutinas diarias y está dando resultados notables en ámbitos especializados, como la detección del cáncer o la construcción de entornos inclusivos para personas con discapacidad, es cierto que también está trayendo consigo nuevos retos sin precedentes, ejemplo de ello es el aumento de los prejuicios de género y étnicos para grupos poco numerosos, amenazas significativas contra la privacidad o peligros en la vigilancia masiva.
Ya en noviembre de 2021, los 193 países participantes en el 41 Período de sesiones de la UNESCO recomendaron adoptar políticas internacionales y nacionales que garanticen beneficios de esa tecnología a la humanidad en su conjunto. Ello se hizo más necesario con la voz de los tecnólogos en sentido de que la IA estará presente en todos los aspectos de la vida humana y que es la tecnología que mayor daño puede causar al hombre, dado que, en último caso, puede ser tan autónoma que se vuelva contra la humanidad misma.
En tal sentido, la que va a la cabeza de estas disposiciones es China, cuyo interés primordial es mantener el estricto control del gobierno en el diseño y uso de la IA. En tal sentido, su principal enfoque se encuentra en la regulación de los algoritmos. Es así que el Ministerio de Ciencia y Tecnología de ese país busca regular de una manera completa los sistemas algorítmicos. Ello le permitiría al país cumplir con uno de sus objetivos más preclaros, como es liderar al mundo en materia de inteligencia hacia el año 2030.
China ha definido cuatro aspectos de su código ético para normar la IA de nueva generación. Ellos son: mejorar el bienestar humano; promover la equidad, la transparencia y la justicia; proteger la privacidad y la seguridad; aumentar la educación ética.
Según dicho código, los usuarios tendrán el derecho de aceptar o rechazar el servicio de una IA y, además, tendrán facultades para interactuar con el sistema si así lo necesitan. De otro lado, se exige que el sistema no tenga vulnerabilidades ni brechas de seguridad, así como tampoco se lo utilice con fines inseguros o contra el interés general.
Por su parte, la Unión Europea hace algunos años se encuentra realizando esfuerzos en la dirección normativa. Cada nuevo avance o mal uso de la IA pone en alerta a la comunidad entera para encontrar los mejores caminos de regulación. Sin embargo, desde abril del presente año la Comisión Europea decidió encarar la “Primera legislación de Inteligencia Artificial del Mundo”.
En tal sentido, los sistemas de IA europeos serán transparentes, éticos e imparciales y estarán bajo el control humano. Se prohibirá su uso en todo lo que se considere una amenaza contra los niños, los ciudadanos y la gestión de los trabajadores, así como en las relaciones de calificaciones y otros asuntos que tengan la misma sensibilidad. Todos ellos serán evaluados muy cuidadosamente antes de su entrada en el mercado y a lo largo de su ciclo de vida.
Muy importante para la comunidad europea es la educación de la IA. Enseñar desde los niveles básicos del alumnado cómo funcionan los lenguajes de programación, los algoritmos de las diferentes materias y el idioma de las máquinas, proveerá a las futuras generaciones de mayor comprensión de las tecnologías futuras y, algo muy importante, de las competencias fundamentales de entendimiento entre el ser humano y la máquina.
Es también importante para los ejecutivos de la Unión europea la aparición de un conjunto de competencias básicas sobre inteligencia artificial, necesarias para una colaboración eficaz entre el ser humano y la máquina. Asimismo, exhortan a gobiernos e instituciones que adopten medidas para mejorar la adquisición de esas competencias en todos los estratos de la sociedad.
Finalmente, el país donde se originó este gran adelanto tecnológico (1943 – Warren McCullough y Walter Pitts), así como donde se da la existencia del mayor número de grandes empresas usuarias de IA, como es Estados Unidos de Norteamérica, en el pasado mostró poco interés en normar el uso de este adelanto tecnológicos y parecía más bien confiar en que sus empresas y ciudadanos trabajen con las mejores normas que favorezcan a la generalidad.
No obstante esa impresión, el presidente Joe Biden sorprendió con una declaración que manifiesta su voluntad de reglamentar la IA. En tal sentido, definió cinco principios básicos sobre los cuales debe trabajarse la normalización del país: sistemas seguros y efectivos; protecciones contra la discriminación algorítmica; privacidad de datos; aviso y explicación del trabajo; consideración humana oportuna en caso de que el sistema produzca un error.
Como se pudo apreciar, los países mayores han reaccionado favorablemente ante la solicitud de la UNCTAD para realizar sus reglamentaciones nacionales. En tal sentido, el resto de países de mediano o menor desarrollo, que difícilmente pueden hacer una reglamentación nacional, deben procurar que un organismo internacional, como Naciones Unidas, aproveche los trabajos de dichos países para elaborar una normalización de la IA que sirva a todos los países del mundo.
El autor es Consultor Internacional.