viernes, septiembre 27, 2024
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Trabajo digno para progreso colectivo

El pensamiento de que el trabajo con dignidad es emancipador para los pueblos, lo rescatamos en esta oportunidad en la que todos los trabajadores del mundo conmemoran la lucha de sus iguales en Chicago para conquistar sus derechos frente al abuso de sus empleadores.
Sin duda, esta es una fecha gloriosa para el sector laboral, que merece ser recordada con una profunda reflexión, en este tiempo, cuando las relaciones sociales han cambiado radicalmente, debido al vertiginoso avance de la tecnología y a la globalización. Tales cambios han ocasionado muchos problemas para la denominada “clase proletaria”, como la desaparición de empleos por el uso de nuevas herramientas tecnológicas, propias de una avanzada industrialización, aunque más notoria en países desarrollados.
Sin embargo, los sistemas de computación e inteligencia artificial, entre otros instrumentos tecnológicos, aún no han podido reemplazar totalmente a seres humanos. En consecuencia, el trabajador continúa vigente, ya que es el humano el que predomina en los cambios y transformaciones de la humanidad.
Decíamos antes que el trabajo dignifica, pero para que esta máxima se cumpla, lo primero que debe haber es empleos, especialmente en este tiempo en el que nuestros gobernantes poco han hecho para ofrecerlos a los ciudadanos, por el contrario, mediante la aplicación de diversas medidas, particularmente impositivas, han provocado que muchas empresas legales reduzcan sus actividades o desaparezcan. En ese sentido, solo ha crecido la administración pública, particularmente, según expertos en el tema, para dar cargos a los partidarios del oficialismo.
Es obligación del Estado promover la producción y la productividad, alentando la inversión interna y externa para la generación de nuevos empleos, que creen riqueza. Sin embargo, observamos actualmente que, por el escaso apoyo a las fuentes de empleo formales, nuestro país se caracteriza por la informalidad, es decir que abundan las ocupaciones perentorias, por lo que, por ejemplo, hay constante proliferación de vendedores ambulantes o pequeños emprendedores que luchan cada día para sobrevivir.
Por todo ello, el sector político en general, que se lleva la mayor parte de la “torta” del Erario Nacional, debería preocuparse más por los ciudadanos, si no quiere continuar en su vertiginoso descenso hacia la completa pérdida de credibilidad. Hoy, los trabajadores, contra viento y marea, sin una organización matriz que entienda la realidad laboral actual, recuerdan su día, no con esas marchas de jolgorio, que solamente puede brindar el trabajo bien remunerado, sino con reclamos y desesperanza, por la desatención y la incomprensión de sus gobernantes, que prefieren preocuparse de asuntos políticos, antes que sensibilizarse por la pobreza de miles de desempleados.
Pese a todo, auguramos mejores días para los trabajadores de Bolivia.

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