viernes, septiembre 27, 2024
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Todo para la industria, nada para la agricultura

A pesar que estaban en duda algunos planes oficiales de industrialización, han cobrado actualidad los anuncios publicados por las empresas de publicidad que contrata el gobierno, acerca de la instalación de algunas industrias, con la esperanza de que proporcionarán jugosos ingresos a las agotadas arcas del Estado, urgido de fondos para cubrir diversas necesidades, en medio de la crisis en desarrollo.
Todos esos ofrecimientos permiten imaginar presuntos resultados exitosos que contendrían las promesas mencionadas, pero una cosa son las palabras y otros los hechos, como siempre ocurre en las actividades políticas. Es más, esos anuncios no son novedosos.
En efecto, en otras varias oportunidades, también fueron hechas sonoras promesas de industrializar (con 20 mil millones de dólares en tiempo de Evo Morales en el poder) al país, pero casi todas terminaron en un enorme cero y, lo que es peor, produjeron enormes pérdidas para el país, excepto en casos de mínima cuantía, en los que no se confía.
De todas maneras, como soñar nada cuesta, lo que queda es esperar que la práctica confirme la corrección o no de los proyectos y, al mismo tiempo, que den resultados, es decir, que proporcionen ganancias para el país.
Sin embargo, mientras se hacen esas costosas campañas publicitarias, se observa que toda la maquinaria de papel para anunciar castillos al aire, está destinada a industrias fantasmas. Otros fines, tanto o más importantes que las industrias, quedaron en el olvido o fueron relegados a planos secundarios. Uno de esos sectores olvidados es la agricultura, fuente principal de vida, que implica el cultivo de la tierra y las producciones rurales y urbanas.
En síntesis, se observa que el gobierno actual casi solo se dedica a las políticas económicas y la instalación de industrias para obtener ganancias que van a llenar los caudales del Estado, para derroche oficial, pero se ofrece muy poco para reactivar la agricultura, en especial de la región andina, que se encuentra paralizada, en proceso de muerte por políticas agrarias feudales en vigencia.
Es más, se da preferencia a “elefantes blancos” de altísimo costo, pero no a proyectos inclusive con menor costo, pero que podrían producir ganancias, que significan empleos para miles de personas y llevarían al país por el verdadero camino de la democracia y el progreso nacional.
En realidad, se observa que la agricultura está abandonada, excepto en Santa Cruz, donde priman actividades realizadas con mucho sacrificio. No se quiere entender que, impulsando la agricultura, podría ser fuente de mano de obra, para producir riqueza, alimentar al pueblo con productos ricos en valores alimenticios y poner fin, inclusive, al contrabando y la creciente importación de alimentos. En ese sentido, sería de esperar que la agricultura nacional reciba el apoyo financiero de los poderes del Estado, por lo menos con el 10 por ciento de la cantidad de aporte que se destina a la industria. Sin circunloquios, ¡primero es vivir y después filosofar!

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