viernes, septiembre 27, 2024
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Entre lo seguro y lo precario

Para nadie son desconocidos todos los problemas por los atravesamos en el país en los diversos campos del quehacer local y nacional, sean éstos económicos, políticos, sociales, etc., y pese a ello se menciona una y otra vez que estamos mejor que en los países vecinos, e incluso a nivel mundial. Esto ha hecho que la picardía e ingenio popular sostenga que, ciertamente, somos un país seguro porque “seguro te roban, seguro te timan, seguro te toman el pelo, seguro es que ante la inseguridad te asalten, ya que es seguro que en tu barrio no existe vigilancia policial, etc.”. De manera que es un país seguro, pero en un sentido contrario, añaden. Es así que merced a estas ingeniosas deducciones, de un modo u otro la vida se hace más llevadera al reír mucho con tales ocurrencias.
Por otra parte, no deja de ser cierto que la precariedad es una de nuestras características, ya que ésta se hace presente en todo orden del quehacer de la sociedad boliviana, la cual engloba a autoridades y población en general. Es común, por ejemplo, escuchar en los bancos y otros entes: “no hay sistema”. Y ante ello se suspende por varias horas o de un día para otro cualquier acción de pago o retiro de fondos. Sucedió el jueves 1 de este mes, cuando la Gestora Pública pagó por primera vez, desde que se hizo cargo, las correspondientes rentas a los jubilados. En los entes bancarios dispuestos para tal finalidad, se escuchó en las largas filas: “no hay sistema, no van a pagarnos”, ante lo cual luego surgió el “general rumor” para dar cuenta “dicen que no hay plata, se han tirado nuestro dinero”. Obviamente la precariedad nuestra en este rubro técnico o informático, hace que surjan esos problemas.
Asimismo, esas precariedades en la información que se debe dar con rapidez y precisión a la colectividad, también originan problemas. El caso –de nuevo en el rubro bancario– sobre la ausencia de informar de modo oportuno, con seriedad y responsabilidad, a los clientes, tal cual sucedió respecto al banco intervenido. Fue casi una bola de nieve que se fue agigantando, pues otra vez el “general rumor” hizo correr versiones interesadas, ante esa ineptitud informativa, por lo que muchos ahorristas quisieron retirar sus fondos de los bancos. La actividad bancaria, que no dejaba de ser confiable, mostrando seriedad, puntualidad y seguridad en sus diarias labores, resultó afectada. Hoy, varios opinan “prefiero tener mi dinero bajo mi colchón”. El tema da para mucho más, de ahí que será menester, en otra nota, volver a referirnos en torno a nuestras precariedades, las cuales debemos corregir, para ejecutar y mostrar un desenvolvimiento profesional-técnico de niveles óptimos y alta eficiencia.

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