En nuestro medio hay una peligrosa confusión y es muy probable que el incremento de casos de influenza, neumonía y hasta de COVID se hubiera producido por esto. Y es que el pasado 5 de mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de su director general, doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, anunció que “Se terminaba la emergencia internacional por la pandemia, pero el COVID-19 continuaba”.
La falta de una clara explicación, interpretación o traducción, por parte de autoridades y expertos en salud, ha ocasionado que la gente exprese lo siguiente: “La OMS ha dicho que ya no hay pandemia, la OMS dice que ya no hay COVID”. Y aquí viene el caos total, porque las medidas de bioseguridad han sido desechadas, el uso del barbijo especialmente. Y son víctimas de incidentes, ofensas, insultos y hasta chantajes las personas que, por prudencia, por conciencia, por algún problema de base, todavía se cuidan y protegen a sus familias. El COVID-19 todavía está activo y la influenza y la neumonía pueden también matar, ¿no recibimos noticias sobre esto en los medios?
Lo que dijo la OMS en realidad es “Que COVID-19 ya no constituye una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII) y este es el momento para que los países pasen del modo de emergencia al manejo y control de COVID-19, que no ha terminado, el riesgo continúa, por ello las naciones, poblaciones y sus sistemas de salud no pueden bajar la guardia”. Así debieron explicar este anuncio, para que todos entiendan y continuemos cuidándonos, a fin de evitar lo que se está viviendo ahora.
Posteriormente la OMS anunció la posible llegada de una nueva pandemia, más mortal que COVID y pidió que las naciones se preparen para enfrentarla. El mundo no da más para otra pandemia, las economías globales, no soportarían otro desastre. ¿Será una nueva arma biológica que se está perfeccionando en alguna parte del planeta? Porque el efecto del COVID parece mayor que la explosión de la planta nuclear de Chernobyl, porque el virus afectó a todo el mundo. Nos gustaría a todos que la OMS, los líderes mundiales, organismos de salud y otros, investiguen a fondo sobre el origen del COVID, que intervengan laboratorios, empresas, centros y otros donde puedan estar trabajando, sobre al parecer nuevas armas biológicas con las que se pretende imponer ideologías políticas, mercados, monedas, nuevos imperios. Porque la historia de aquel mercado y los pangolines y otros animales de los que se cree nació este virus no la cree nadie al hacer recuento de los daños. No hay familia en el planeta que no fuera afectada por el COVID que sembró dolor y muerte a su paso.
Como homenaje a quienes murieron por esta plaga o sus secuelas, nos gustaría que la OMS, líderes mundiales, organizaciones en salud y otras, nos digan que están trabajando para que ya no hayan más pandemias. Que averigüen de dónde surgió el COVID y que la sanción sea implacable para los autores, porque de la justicia divina nadie escapa y ha sido Dios, por su misericordia y amor, quien ha dado sabiduría a nuestros científicos para desarrollar las vacunas. Él ha impedido que nuestro planeta se consuma en el infierno que vivimos por causa del virus.
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