domingo, septiembre 29, 2024
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Todos son dueños de todo

Cotidianamente se escucha protestar a mucha gente: “Aquí, todos son dueños de todo”. Se expresan de esa manera porque a diario tropiezan con una serie de contratiempos fuera del hogar cuando salen a su fuente de trabajo, al centro médico, la escuela o colegio de los hijos, etc. Se trata de problemas cotidianos que para muchos parecieran intrascendentes, pero son molestosos, y a veces originan, y acaban, en tremendos líos.
No dejan de tener la razón en la mayor parte de los casos quienes muestran su desacuerdo y fastidio por esos avatares que experimentan. Por ejemplo, cuando alguien sufrió un golpe en cualquier parte del cuerpo al intentar caminar por las aceras; reclama a la comerciante que está manipulando “fierros” y maderas en el lugar y ésta le espeta: “por qué no se fija, pues, por dónde camina, este es mi puesto”. Cierto, las vendedoras –pueden tener cualquier denominativo, como “mañaneras”, de la tarde, o “nocturnas”– se consideran dueñas de las veredas y nadie puede decirles algo a riesgo de recibir insultos e inclusive agresiones físicas. No son todas, pero sí hay varias de ellas.
A la mayor parte del gremio de transportistas no le interesa que el viandante ponga en riesgo su integridad física y hasta su vida al andar por las calzadas. Todo transeúnte está sujeto a sufrir un “empujón” de cualquier motorizado, recibiendo el grito soez del conductor: “su pedazo de m… por qué no camina por la acera”. Pero si los gremialistas son los “dueños” de esos espacios, mientras los “maestros del volante” lo son de la calle y de las rutas, y ningún otro grupo puede transitar por ellas, como clara muestra de un monopolio que detentan siempre.
Mientras, los sindicatos de determinadas entidades, sean de la salud, telefonía, educación superior estatal, entre otros, también se consideran virtuales dueños de esos centros laborales. El rubro político no queda ajeno a esta situación por cuanto nadie que no sea miembro del partido puede desempeñar funciones en entes estatales. Así, vana resulta la perorata de que existen muchas fuentes de empleo para los bolivianos, a las que tristemente no pueden acceder los postulantes, aunque estén bien calificados, si no están en los registros del ente político. De ese modo el “partido” viene a ser “dueño” de las “pegas” estatales en detrimento de gil y mil.
En fin, dicen que todos se consideran dueños de todo, como muestra de total egoísmo y angurria. Es de esperar que este estado de cosas vaya cambiando y de veras imperen la verdadera civilización y una robusta democracia frente a la muy vapuleada de hoy.

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