Violencia contra sectores vulnerables

En nuestra sociedad existe mucha preocupación y angustia por la proliferación de hechos delictivos contra ancianos, mujeres y niños por parte de quienes, haciendo gala de machismo, cobardía y malos instintos, descargan su ira, por diversas frustraciones, contra personas que no tienen condiciones para defenderse. Además, la colectividad observa con angustia que las fuerzas del orden actualmente están más dedicadas a apoyar actividades oficialistas y brilla por su ausencia o actúa con excesiva demora cuando se requiere preservar la seguridad de la población, por lo que, al parecer, no se puede frenar a quienes toman la decisión de agredir a personas vulnerables.
Por el aumento de estos hechos se deduce que los cuadros policiales o son insuficientes o no están debidamente capacitados para contener asaltos, violaciones, maltratos y hasta crímenes, además de robos que son cometidos en varios barrios del territorio nacional. No olvidemos los maltratos, golpes y hasta asesinatos de ancianos, niños y mujeres.
Será preciso que los uniformados redoblen su vigilancia en determinadas zonas donde campea la delincuencia, en lugar de que una cantidad considerable de efectivos sea destinada al cuidado de entidades bancarias, embajadas y otros recintos, que seguramente pagan por tales servicios. Que disminuya el número de estos vigilantes y vayan más agentes y oficiales de policía a barrios que merecen permanente control.
La conducta de los violentos seguramente proviene de la mala formación en valores que han recibido. Por ello es necesario afianzar los lazos de entendimiento y comprensión con los adultos mayores, mujeres niños, mediante la guía y consejos necesarios, por parte de progenitores, docentes y sectores sociales, en relación con los derechos humanos. Se tiene que aprender a distinguir con claridad los excesos que se debe evitar y cuál debe ser la respuesta de los organismos encargados cuando se presenten hechos de violencia contra menores, a veces secuestrados con intenciones tenebrosas, como la venta de órganos humanos, o los feminicidios por diversas causas, o los asesinatos de personas mayores, porque tienen bienes materiales que son apetecidos por gente inescrupulosa.
Es urgente, además, que, en las unidades educativas, se instruya a niños y jóvenes sobre sus derechos y la práctica de valores y principios para que prevalezcan la consideración, respeto y hasta cariño que merece el prójimo. En general, se trata de que se entienda la necesidad de no permitir que algunos mal inclinados o predispuestos a hacer daño cometan excesos que no querrían para ellos o sus familiares.
Es urgente reducir la cantidad de asesinatos, violaciones, asaltos, robos y maltratos en la mayoría de nuestras ciudades y será preciso que la justicia –que siquiera en estos casos extremos debería funcionar con eficiencia– proceda como establecen las leyes. Basta de agresores que quedan en la impunidad por argucias legales o retardación de justicia.