Siglo XIX
Al advenimiento de la república en 1825, a pesar que la mayoría de las minas de plata estaban en franca declinación (incluidas las del Cerro de Potosí) y muchas habían cerrado por agotamiento y por falta de bombeo de agua de las inundadas zonas inferiores, la minería siguió siendo el sostén económico del nuevo país y continuó tributando el 10% (décimo real establecido en la colonia a partir de 1799 por la caída de ley de la plata, porque antes se pagaba el quinto real o 20%).
En la década de 1860 las exportaciones de cobre explotado en su gran mayoría por chilenos en nuestro departamento del Litoral superaron a las de la plata. A pesar de este antecedente y del hecho que en el Litoral las compañías chilenas extraían grandes cantidades de salitre, los gobernantes de la época le dieron poca importancia a esa zona donde los bolivianos eran minoría. La codicia chilena provocó la Guerra del Pacífico de 1879, que significó la pérdida del departamento del Litoral, que tenía una costa marítima de 400 kilómetros y una superficie aproximada de 120.000 kilómetros cuadrados, en una de las zonas más áridas, pero también una de las zonas mineralógicas más ricas del planeta, con los yacimientos de cobre más grandes del mundo, que como subproductos produce plata y molibdeno en grandes cantidades. El Salar de Atacama contiene las reservas más importantes de litio, potasio y boro, de los que Chile es el primer productor mundial.
En 2021 las exportaciones mineras de Chile fueron de 61.144 M$us de las que aproximadamente el 50% (30.500 M$us) se habría generado en lo que fue territorio boliviano. Las exportaciones mineras bolivianas en el mismo año fueron de 5.906 M$us. Como se aprecia, esta zona pudo haber cambiado completamente la economía del país.
En la segunda mitad del Siglo XIX destacaron los industriales José Avelino Aramayo, Félix Avelino Aramayo, Gregorio Pacheco y Aniceto Arce, que constituyeron la “oligarquía de la plata”. Los cuatro intervinieron activamente en la política. Arce fue presidente en 1888 y Pacheco en 1892. Arce fue el minero más rico y poderoso del Siglo XIX, accionista principal de la Compañía Huanchaca de Bolivia con su mina Pulacayo, la mayor productora de plata durante la segunda mitad de dicho siglo. Arce construyó con su peculio el ferrocarril Uyuni (ya conectada a Antofagasta) a Oruro, inaugurado en 1892, que sería vital para el desarrollo de la minería del estaño, pues permitió transportar a puerto con precios económicos sus concentrados, para luego enviarlos a Europa.
Siglo XX
En la era del estaño que arranca en el inicio del siglo, destacan tres industriales: Simón I. Patiño, Mauricio Hochschild y Carlos Víctor Aramayo, llamados los “barones del estaño” y que formaron la Gran Minería, los que por diferentes métodos se hicieron de absolutamente todos los yacimientos filonianos grandes del país y que hasta 1952, controlaron entre el 75% y 80% de las exportaciones bolivianas, algo inédito en el mundo, que nunca más podrá darse en cualquier país. Patiño amasó una gran fortuna y llegó a colocarse entre los 10 hombres más ricos del mundo. Entre 1925 y 1952 la minería representó aproximadamente el 95% de las exportaciones totales y el estaño representó el 76% de las exportaciones mineras. A diferencia de los “oligarcas de la plata”, no intervinieron directamente en política, pero su poder económico les dio un control político casi absoluto. Formaron empresas internacionales y especialmente Patiño realizó muchas inversiones mineras fuera del país.
Por la presión y la influencia política de la Gran Minería, entre 1900 y 1940 los tributos fueron el 7,7% del valor exportado. Al respecto un estudio de la CEPAL indicó que “Los primeros 30 años del Siglo XX constituyeron una oportunidad histórica para impulsar el desarrollo económico de Bolivia, en todos los campos, pero los Gobiernos dejaron pasar esa coyuntura que ya no volverá a presentarse en un tiempo previsible”. Esos años coincidieron con la época de minas sumamente ricas, que posibilitaron grandes utilidades, pero inexplicablemente con irrisorios tributos.
Nacionalización de las minas
Las masacres de Uncía (1923) y Catavi (1942), la fundación de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (1944), la Tesis de Pulacayo (1946), los conflictos de tipo salarial en las minas de los “barones del estaño” y la revolución del MNR en abril de 1952, precipitaron la Nacionalización de las Minas de la Gran Minería con el DS 3.223 de 31/10/52 y por primera vez hubo una minería estatal a través de la creada Corporación Minera de Bolivia (Comibol), que operó en principio 24 minas nacionalizadas; tuvo un rol preponderante al convertirse en la empresa más grande del país, la principal productora y exportadora de minerales y sus ingresos eran mayores que los del Gobierno, constituyendo la mayor industria básica de Bolivia, sobre la que dependían el transporte, la construcción y actividades comerciales e industriales. Por consiguiente, la prosperidad y el crecimiento de la economía boliviana estaban íntimamente relacionados con esta empresa. Su presidente tenía rango de ministro.
Lamentablemente, el incremento de personal de 24.000 trabajadores en 1952 a 36.000 trabajadores en 1956, el pago de beneficios sociales que debió ser realizado por la Gran Minería y la caída de producción de Comibol, tuvieron influencia en la gran inflación ocurrida entre 1953 y 1956. Minas empobrecidas que ocasionaron fuertes caídas de producción, pésima administración (corrupción, y gastos dispendiosos) y gran injerencia sindical a través del Control Obrero, ocasionaron monumentales pérdidas (799 M$us entre 1981 y 1985), que tuvieron enorme influencia en la hiperinflación ocurrida entre 1982 y 1985. Para colmo, el 24 de octubre de 1985 se desplomó el precio del estaño, factores todos que provocaron el cierre paulatino de casi todas las minas de Comibol, y causaron el retiro (“relocalización”) de más de 24.000 trabajadores, muchos de los cuales formaron cooperativas para explotar las minas cerradas, reduciéndose la minería estatal a su mínima expresión. En estas circunstancias, por la Ley 1.777 (17/03/97) Comibol dejó de ser operadora, para que solo controle sus contratos de arrendamiento y riesgo compartido, que a pesar de los bajos precios de minerales produjo utilidades. La Ley 3.720 (31/07/07) le restituyó su función operadora. Desde 1986 la Minería Mediana se convirtió en la mayor exportadora de minerales.