Ante las dificultades de toda índole que pueden presentarse con frecuencia, se requiere soluciones; pero éstas tienen que ser aplicadas oportunamente, para evitar su multiplicación con graves consecuencias. Y es que muchas veces, cuando las autoridades demoran en reaccionar ante los problemas, éstos pueden agravarse o dar lugar a otros. Por ello es importante tratar debidamente y a tiempo los conflictos que surjan. Lo cierto es que cada cierto tiempo hay situaciones que requieren atención inmediata para no afectar a más personas e instituciones.
Dejar que los conflictos se solucionen por sí mismos implica esperar a que aparezcan cauces milagrosos, los que, por lógica, no siempre son hallados, porque no todo puede estar confiado al azar o a las circunstancias. Es siempre mejor tomar la delantera en cada conflicto, sobre todo cuando se sabe que la tardanza en encontrar soluciones puede originar peligros a corto plazo.
Los conflictos que varias naciones han debido enfrentar han adquirido mayor dimensión simplemente por descuido, porque los gobiernos de turno no aplicaron oportunamente medidas. Diversas dificultades se han visto complicadas porque los retrasos tienen sus precios que hay que compensarlos, generalmente con elevado costo para los países involucrados.
En Bolivia, desde hace décadas, cuando sectores sociales asumen medidas extremas, como huelgas, bloqueos de caminos, toma de instituciones, por demandas que no fueron atendidas a tiempo, las autoridades con frecuencia no dan respuestas inmediatas y de acuerdo con la normativa legal establecida. En primer lugar, al parecer, se espera que el sector en conflicto se canse de protestar y más si se trata de grupos que no son afines al partido en función de gobierno. Al final, la protesta se diluye, en apariencia, pero el descontento sigue latente, en espera de un cambio de circunstancias.
Otra manera de contrarrestar los reclamos de sectores sociales es esperar que cometan excesos en sus manifestaciones callejeras y luego movilizar el aparato judicial para escarmentar, particularmente a los líderes de los disconformes. A pesar de la opinión generalizada de gobernantes y gobernados de que el sistema judicial está en estado calamitoso, llueven los enjuiciamientos a quienes osan enfrentarse al oficialismo.
Por todo ello y a fin de evitar que se agraven los conflictos o que cada vez sean más los descontentos por la actual forma de gobierno, es urgente que las autoridades de cada sector, den atención inmediata a los reclamos sectoriales, sin dar odiosa preferencia a grupos afines al masismo. Y si las soluciones no son fáciles, es necesario hablar con sinceridad, sin recurrir a copiosa propaganda para aparentar que todo está muy bien.