Si alguien ha padecido del odio y de la venganza del MAS, esa ha sido la ex presidente de Bolivia, Jeanine Añez. Jeanine Añez ha sido la némesis de Evo Morales; el objeto de su iracundia, de la revancha más anhelada. Y todo porque a Evo Morales no le entró en la cabeza (ni le entra hasta hoy) que una joven política beniana se iba a sentar en el lugar que él creía propio, aunque siempre prefirió estar en el asiento de un helicóptero que en el sillón presidencial.
Lo que sucede es que Evo Morales no entendió lo que sucedió en octubre y noviembre del 2019. Quedó confundido después de la elección. Pensó que era cosa de “meterle nomás”, cuando el país estaba movilizado por la ira ante la trampa que había montado. Él, Morales, sabía que había hecho un fraude sucio en las elecciones presidenciales, al extremo que, siendo descubierto, pensó enmendarlo recurriendo a toda evasiva, toda excusa, a toda humillación, para salvar su cargo y su pellejo. Pero ya era tarde, nadie le creyó. Sabía –y lo sabe– que no existió golpe alguno, que no se produjo ni un solo tiro mientras sucedían las protestas cuando él estuvo en el poder, porque el cuento del golpe lo inventaron los masistas después de que Jeanine Añez asumiera el mando, para posesionarlo nuevamente en el ámbito político y limpiarle la cara después de su vergonzosa renuncia y fuga a México.
Así que alguien tenía que pagar el pato, una vez que el MAS recuperó el mando de la nación. Era muy difícil hacerlo con Luis Fernando Camacho, el líder del movimiento “pitita”, porque había sido elegido gobernador de Santa Cruz y no era cosa de meterse en un brete de donde saldría escaldado. Más tarde saldarían cuentas con él. Entonces, ¿qué mejor que la exmandataria Jeanine Añez, sin poder y derrotada, además, en su candidatura a la Gobernación del Beni? Los sabuesos, bien entrenados en La Habana y Caracas, olieron la carne fresca y señalaron a la víctima. Utilizaron a la impresentable diputada Lydia Patty (hoy cónsul rechazada en Perú) para que fuera la punta de lanza. Se montó un operativo encabezado por el Ministro de Gobierno y sin ninguna citación judicial cayeron en plena noche y secuestraron a la mujer que iba a saciar sus apetitos de venganza: Jeanine, como hemos dicho, la némesis de Evo Morales.
Hay que leer el libro “Jeanine, de puño y letra”, que ha aparecido recientemente, para darse cuenta de toda la maldad e injusticia conque ha sido tratada la ex jefa de Estado, esa absoluta falta de respeto y de consideración, pese a su carácter innegablemente constitucional. Están plasmados sus recuerdos y reflexiones sobre toda la cobardía de este Gobierno corto de miras, abusivo, incapaz y corrupto, que está afanado en sobrevivir a como dé lugar hasta el 2025. Y cree que para sobrevivir no tiene que ser más eficiente, ni producir más, ni que exportar; piensa que para sobrevivir hasta el 2025 tiene que perseguir y encarcelar a quienes le pueden crear problemas. Desean, y lo están consiguiendo, un camino libre de obstáculos, donde la senda esté llana hasta su meta.
A Jeanine Añez la han sentenciado a diez años de cárcel un tribunal ordinario que la sometió sin miramientos. Absurdo desde todo punto de vista constitucional, pues a ella le correspondía un juicio de responsabilidades, como expresidente. Y al culpable de todo, al tramposo, al huidizo, al que incitaba a los bloqueos por hambre, al que dañó irremediablemente la democracia en Bolivia, se lo sigue venerando; menos mal que más de la mitad de los masistas ya no lo creen el redentor de los pobres y se dan cuenta de que Morales en sus 14 años de gobierno no hizo nada más que gastarse la plata del gas y dedicarse a ese trabajo de 20 horas diarias haciendo turismo interno y externo, sin sentarse, ni siquiera un momento, en la silla por la que tanto pelean los políticos.
A Jeanine Añez, la arrancaron de su ámbito familiar cuando había dejado la presidencia. No representaba un peligro para el MAS porque tampoco tenía un gran poder como para temerle. Leyendo su libro “Jeanine, de puño y letra”, nos damos cuenta de cómo este Gobierno ha ignorado toda justicia para ella y hasta da la impresión de que han querido aniquilarla sicológicamente como persona y hasta físicamente al negarle oportunos tratamientos médicos.
Me atrevería a pensar que algo de peligroso racismo hubo y hay contra ella, si vemos quiénes fueron los que la sentenciaron el 10 de junio de 2022. Fue el Tribunal Primero de Sentencia de La Paz, que estuvo conformado por Germán Ramos Mamani, presidente. Y por los jueves técnicos Marco Antonio Vargas Yupanqui y Liz Rocío Avilés Condori. Y además los fiscales –horrible Fiscalato– Omar Alcides Mejillones Copana y Eddy Junior Flores Quispe. ¿Existe algún oriental entre todos estos magistrados elegidos muchos por el voto popular en las últimas elecciones judiciales? ¿Hacia esas absurdas elecciones nos encaminamos nuevamente? ¿No es un despropósito que en un tema esencial como la justicia tenga que imponerse también el andino-centrismo?
Jeanine Añez –como Luis Fernando Camacho, Marco Pumari y muchos otros que están injustamente apresados– tiene pocas esperanzas de salir en libertad mientras se mantenga en el poder el MAS, aunque grandes personalidades clamen por su inocencia desde el exterior. No conozco personalmente a la exmandataria, pero ya sabemos que es una mujer orgullosa, valiente y responsable de sus actos, que en su momento, sin duda, tendrá que ser reivindicada por su insobornable civismo.