viernes, septiembre 27, 2024
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Al final, alcanzar la meta deseada

En una ocasión regresaba de un país vecino, para realizar un trabajo por un par de meses –siempre vinculado a la educación– y casualmente en el propio viaje me encontré con una persona que laboraba en una institución universitaria, con altas responsabilidades académicas. Le hablé en el sentido de ponernos a la orden, en función de además de dar clases, para la entidad en la que él trabajaba, vincularme más a la misma en otros aspectos, siempre de índole académico.
¿Cuál fue su respuesta? “Tal vez en un futuro” y me agradecía por mi interés. Fue una sana y educada respuesta, donde se evidenciaba honestidad en aquellas palabras. Sin embargo, la palabra futuro en un momento determinado, me hacía pensar en no desanimarme y continuar, pero a la vez reflexionar sobre que posiblemente en ese momento para esa persona, aún yo no respondía a los intereses de la institución, en relación con mi trabajo.
¿Sentarme a esperar?, no. ¿Derrotado?, tampoco. No hace mucho se repetía una historia semejante, pero en este caso de un compañero de trabajo, joven, con poca experiencia laboral, muy profesional en la labor que desempeñaba, pero él quería “crecer”, buscar nuevas opciones, mejores posiciones, mejor salario. Y me preguntó: “Don Ernesto, ¿qué me sugiere aplicar en función de anuncios periodísticos para puestos de trabajo vinculados a mi perfil?, ¿o debo continuar estudiando?”.
Tal vez la diferencia entre mi anécdota antes descrita y la pregunta de Carlos se centraba en la edad, y por ende la experiencia de unos añitos más, pero ambos coincidíamos en que el mundo está hecho para los avezados, para los que se arriesgan, pero se requiere una excelente preparación, dada la alta competitividad de este tiempo.
¿Luego? Estudiar mucho, nada de descanso, del trabajo a la escuela, reducir los tiempos de descanso, pasar malas noches hasta quedar dormido con los libros o con los apuntes de la escuela. Así de sencillo, sin dejar de ser un ejemplo en el puesto de trabajo y no amilanarse cuando al postular para un puesto de trabajo, la respuesta fuese negativa o nunca hubiese respuesta.
¿El consejo a modo de síntesis? Ser perseverante, ¿Cuándo? Siempre. La perseverancia es considerada como valor, hermana de la fortaleza. Con frecuencia en muchos aspectos de la vida, existe una verdadera lucha. Desde la escuela, para «aguantar» a un jefe lleno de defectos, tener una novia o un novio que hace cosas que nos desagradan, tener un marido o una esposa que a veces nos causa tensión y en muchos otros momentos de la vida, los cuales suelen ser difíciles.
El combustible para que la perseverancia pueda moverse largamente es la visión de largo plazo y la profundidad. La perseverancia requiere sentido común. A cambio de contar con el valor de la perseverancia obtendremos el gozo de luchar por lo que queremos. Tal vez no logremos de inmediato lo que queremos, incluso tal vez no consigamos algo en el final, sin embargo, es importante disfrutar el camino. La perseverancia brinda estabilidad, confianza y es un signo de madurez. A veces nos olvidamos de la sabiduría popular, pero no sería mala idea reflexionar solo un momento sobre el viejo refrán que dice: “El que persevera alcanza”.

El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.

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