sábado, julio 27, 2024
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Guy d’Arcangues Aramayo y Bolivia

La familia del Barón del estaño Carlos Víctor Aramayo, se caracteriza por estar constituida por “industriales mineros nativos de Chichas, provincia de Potosí, en Bolivia. Sus orígenes arrancan de los últimos años de la Colonia en América, se internan en el período republicano y se prolongan hasta nuestros días”, escribió su biógrafo Alfonso Crespo. Sin embargo, también estuvo integrada por escritores significativos, como el novelista y poeta Guy d’Arcangues Aramayo, olvidado por la historiografía boliviana. Hijo de Pierre d’Arcangues, Cónsul Honorario de Bolivia en Biarritz (patente y nombramiento desde 1927 hasta 1941) y María Luisa Aramayo.
Desde su juventud tuvo que afrontar difíciles momentos, como cuando desafió solo a las tropas alemanas que tenían por misión ocupar el castillo de su familia, en el inicio de la Segunda Guerra Mundial, episodio plasmado en su obra ‘Les tambours de septembre’ (2006). Luego fue deportado a un campo de trabajo en Silésie en lugar de su padre y, consecutivamente, encarcelado en Fort du Hâ (Burdeos). Ambos eventos son relatados de manera autobiográfica en su novela ‘Le Silésien’ (1968).
Pero un hecho a destacar fue su visita a nuestro país, entre abril a julio de 1947, atestiguado en columnas publicadas en el periódico paceño ‘La Razón’. La primera titula ‘Panorama de un renacimiento Literario’, divulgado en dos partes (27 de abril y 4 de mayo), en dicha nota resalta: “cinco años de guerra han causado en el mundo de las letras, como en todos los terrenos, profundos trastornos. La primera consecuencia resultó negativa: la momentánea detención en el libre intercambio de la cultura internacional. De un día a otro se produjo un abismo entre los continentes, propiamente entre Europa y el resto del mundo, abismo que no hizo más que ahondarse cada ‘año terrible’…”.
Posteriormente, publicó la deliciosa columna ‘La llegada a La Paz’ (29 de junio). En la cual relata su arribo a dicha urbe y resaltó: “…dos meses, he aprendido el lenguaje de la ciudad, ya no existen para mí mensajes indescifrables, puesto que ya tengo recuerdos. La ciudad y yo nos hemos convertido en amigos; yo no soy más para ella un extranjero.
Hoy día, en las calles ya familiares, las caras ya no son un enigma para mí, ni las casas mudas, ni la multitud extraña. Y mientras camino sereno a lo largo de los días venideros, siento acercarse a mí la gran fraternidad de los otros. ¿En qué piensas tú aún? en los versos de Du Bellay “Heureux qui comme Ulisse a fait un long voyage…” (¡Feliz quien como Ulyse emprende un largo viaje!)”.
Un tiempo después retornó a Francia y se convirtió en un famoso escritor y periodista, publicó varias obras y fue distinguido con varios premios otorgados por la Academia Francesa y Trois Couronnes, entre otros. Lamentablemente, falleció en 2004.

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