La situación de la economía nacional demanda el trabajo de todos los bolivianos. Gobierno, empresarios y el capital humano deben poner sus mayores esfuerzos para asegurar un crecimiento sostenible y permanente.
En abril, la balanza comercial alcanzó un superávit de 71 millones de dólares después de haber registrado cifras negativas desde enero hasta marzo de la presente gestión. La reducción paulatina del valor de las exportaciones no es reciente. El IBCE nos recuerda que el saldo comercial del país hasta octubre del 2022 totalizó 825 millones de dólares, un 46% menos al superávit registrado en igual período del 2021, debido al crecimiento de las importaciones en 44%, frente a la desaceleración de las exportaciones en 29%.
En los primeros cuatro meses del 2022, las exportaciones nacionales (que no incluyen reexportaciones ni efectos personales) alcanzaron los 4.578,3 millones de dólares. Sin embargo, en el mismo período de esta gestión se registró una disminución de 21.9%, obteniendo una cifra de 3.573,7 millones de dólares.
Ante esta situación, es necesario implementar nuevas estrategias que permitan un mejor camino para asegurar que el saldo comercial del país sea positivo. Por ese motivo, se considera respaldar la producción agropecuaria nacional y la exportación de productos no tradicionales, en especial los agroalimentarios, los cuales tienen buenas perspectivas en los mercados internacionales. Debemos aumentar el volumen de sus exportaciones, más aún si tomamos en cuenta las previsiones del Banco Mundial, de que “el mundo podría estar avanzando poco a poco hacia una ralentización en 2023 y una serie de crisis financieras en los mercados emergentes y las economías en desarrollo”.
Como lo explica Gary Rodríguez, Gerente General del Instituto Boliviano de Comercio Exterior, pocas actividades tienen tantos efectos multiplicadores como la agricultura que, en su amplia cadena de valor, genera empleos e ingresos para quienes la conforman. La pandemia del 2020 demostró que las labores vinculadas a la salud y la alimentación son cruciales para el desarrollo económico de un país.
Rodríguez explicó todo el procedimiento para la producción de alimentos, mencionando la preparación del terreno, adquisición de semilla nacional o importada, el cuidado del cultivo, cosecha del grano, industrializar o comercializar.
Asimismo, resaltó la cantidad de personal necesaria como ingenieros, técnicos, operadores de maquinaria, proveedores de fertilizantes, plaguicidas e insumos. En la industria, laboratoristas, obreros y oficinistas; personal para tratar la soya y almacenarla; comerciantes de aceites, torta, harina, lecitina y cascarilla para el mercado interno y la exportación; agentes despachantes, banqueros, funcionarios de puertos y servidores públicos en sanidad vegetal, Aduana y otros; surtidores de combustible y en cada eslabón de la cadena, gente de seguridad, choferes y maquinistas para el transporte carretero, ferroviario y fluvial.
Parte de las tareas pendientes para aumentar las exportaciones agropecuarias, según José Luis Farah, presidente de la Confederación Agropecuaria Nacional (Confeagro), tienen que ver con avasallamientos de tierras productivas, escasez de dólares, aumento del contrabando y la escasez de diésel en las zonas productivas. También está el incremento de los precios de productos como maquinaria, equipos e insumos, debido a que la comisión por transferencias al exterior se incrementó. Todo lo anteriormente expresado dificulta un aumento sostenible de la producción agropecuaria y, en consecuencia, sus exportaciones.
Si queremos mejorar la balanza comercial, todos debemos trabajar para dar las condiciones que necesita el productor. De esta forma podremos asegurar alimentos para los bolivianos y, al mismo tiempo, tendremos los excedentes necesarios para exportar y superar nuestro intercambio comercial deficitario.
José Fernando Romero, nuevo presidente de la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas (Anapo), apuesta por un pacto productivo y plantea la necesidad de nuevos eventos y biotecnología para mejorar los rendimientos.
No olvidemos que los objetivos de desarrollo pueden ser alcanzados si se fomenta la seguridad jurídica y un clima empresarial óptimo que permita un desarrollo sostenible.
El autor es Licenciado en Economía de la UMSA, doctorado Ph.D. en Relaciones Internaciones de la Universidad del Salvador de Argentina, Académico de Número de la ABCE y Presidente de la Federación de Empresarios Privados de La Paz (FEPLP).