Nacido del fulgor de la sublime Santa Cruz, entre la brisa tropical de un cielo bendito y las abundantes lluvias que alimentan al Toborochi; rodeado de un paraíso terrenal, sus padres le dieron acertadamente el nombre de Marcelo, proveniente de Marcellus que en latín significa “como un martillo”, pues la potencia con la que golpea a la pelota y la introduce en las redes, solo se puede comparar con la fuerza divina que ejerce el Mjolnir.
Una amalgama de sangre cruceña y sangre paulista, pero que evidentemente prevaleció la sangre combativa del gen boliviano; un talento innato lleno de rebeldía que fue canalizada a través de la guía de don Mauro, gran hombre visionario que vio en su hijo a un “garoto de oro”. Con apenas diez y siete años, Marcelo Martins pasó de jugar en Oriente Petrolero a mostrar su fútbol en el Esporte Clube Vitória de Bahía, donde saldría campeón estatal en dos años consecutivos.
Aquel esfuerzo hizo que Martins sea convocado por la Selección de Brasil Sub-17 y Sub-20, llegando a coronarse campeón de la Copa Sendai, como uno de los goleadores de la competición; todo esto lo llevaría a ser fichado por el Cruzeiro, siendo goleador una vez más, pero esta vez de la prestigiosa Copa Libertadores, poco a poco se convirtió en el máximo atacante extranjero de la historia del Maior de Minas, ganándose el corazón de Belo Horizonte.
En el año 2007 ocurriría un hito importante para la historia de nuestra Selección, pues el ‘Flecheiro’ elegiría vestir la gloriosa casaca esmeralda; por el amor a doña Ruth y a la patria que lo vio nacer, ofrendó su capacidad de hacer goles a pies del Illimani, donde los cóndores sobrevuelan la altura ufanos de su hazaña, haciendo vibrar de alborozo a un pueblo que canta al unísono, tanto en occidente como en oriente, ataviados de la gallardía que nos representa.
¿Cómo no venerar al nueve boliviano? Si con cada gol que convierte nos colma de felicidad y nos llena de ilusión, ¿cómo es posible que todavía hay gente que critica a Marcelo?, después de tan notable referente, aún no hemos encontrado un jugador que en la actualidad pueda ocupar su lugar en la Verde. Ese olfato goleador y esa fortaleza mental, hicieron del Matador un delantero indomable e irremplazable, digno de ser considerado un emblema.
A base de coraje y mucho sacrificio, se abrió camino llegando a ser un exponente del balompié nacional, fue fichado por el Shakhtar Donetsk de Ucrania por la suma de 14 millones de dólares en 2008; convirtiéndose así, en el futbolista boliviano más caro de la historia, además de proclamarse campeón de la Copa de la UEFA con dicho equipo, también jugó en el Werder Bremen de Alemania, en el Wigan Athletic de Inglaterra, en el Gremio y el Flamengo de Brasil, solo por citar algunas de las instituciones que representó.
Su trayectoria es extraordinaria y sus goles lo son aún más, desde las primeras anotaciones que le hizo a Selección venezolana, en las eliminatorias para Sudáfrica 2010, hasta el gol que le convirtió a Chile, consagrándose como máximo goleador de las eliminatorias para Catar 2022; todos esos goles, más los que hizo en clubes, hacen de Marcelo Martins Moreno una leyenda, que permanecerá eternamente en la historia dorada del fútbol, entre los más grandes jugadores que dio Bolivia y Latinoamérica.
El autor es Comunicador, poeta, artista.