domingo, septiembre 29, 2024
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Civismo paceño en la deriva de la corrupción y la venta de medallas

Víctor Delgado Santa Cruz

El civismo en el mundo constituye una conducta inspirada en el respeto personal y a las leyes del Estado, una pacífica convivencia ciudadana y, sobre todo, el ejercicio de la tolerancia como virtud humana que refleja, sobre todo, la buena educación recibida por el ciudadano que ejerce ese papel que, en esencia, significa un compromiso.
La definición corresponde al pensamiento que se ejercita en naciones, en las cuales, el respeto pleno por las libertades ciudadanas y los derechos humanos, son la esencia de la interacción social en todos sus niveles.
Civismo, como concepto, tiene su origen en la palabra latina, que se traduce como “ciudadano de bien” y, durante la Revolución Francesa, etimológicamente tomó cuerpo con la acepción civis, como definición de “hombre civilizado”, “civilis” o “ciudadano civil”, definitivamente.
La acepción “civismo”, en Bolivia, ha sido distorsionada en la forma y esencia conceptual, puesto que la corriente ciudadana tuvo como origen, la vertiente que colocó a la nación entera, en un drama histórico, difícil de comprender, aquella vorágine de acontecimientos que golpearon a la nación en lo profundo de su espíritu, como transición del Siglo XIX al Siglo XX.
Es decir, los creadores de aquella iniciativa ciudadana, conceptualizaron al civismo como una necesidad para sacar a Bolivia, de aquel drama y motivar una reacción patriótica mirando al futuro y no anclarse en la depresión que solo generaba momentos cruciales para todos.
Este es el resultado que se obtiene del análisis realizado tomando como base los hechos producidos a partir de los años: 1879 (Guerra del Pacífico), la pérdida del Litoral en 1904 (Tratado de paz con Chile), Tratado de Petrópolis firmado por Bolivia y Brasil, en 1903, pero, principalmente, la Guerra Civil por la Capitalidad, que se extendió entre 1898 a 1889, con un dramático saldo para el país.
En el presente, el concepto de “civismo” ha sido distorsionado, reiteramos, en su esencia y forma y, al parecer, sus dirigentes estimulan su vigencia como una fuente de ingresos de beneficio personal, no sólo considerando la “presencia de organizaciones paralelas”, sino que se incluye a “meritorias instituciones”, cuyos dirigentes comenzaron a ejercitar la idea de “premiar a los mejores”, poniendo elevados precios a medallas, distinciones y plaquetas que estructuran el ejercicio de la “corrupción” que, lamentablemente, penetró el espíritu cívico en la ciudad de La Paz.
A pocas semanas de la histórica gesta libertaria del 16 de Julio, se observa algunas “movidas” destinadas a esos afanes, con la posibilidad de “premiar a personalidades” a cambio de “jugosos estipendios o pago de un buen precio” por una medalla que estimule la vanidad del “beneficiario” y se lo muestre, ante la sociedad, como el mejor en su campo.
En el pasado, no lejos de este presente, aceptar la imposición de una medalla, distinción o plaqueta, de una institución cívica o de otra naturaleza, significaba enaltecer un mérito visible y bien ganado, un reconocimiento a los esfuerzos que colocaba al beneficiario en el sitial de ilustre ciudadano, así como, expresaba el aprecio de sus semejantes por ser ejemplo de entrega y desprendimiento, al ofrecer sus esfuerzos por una obra realizada a favor de la sociedad.

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