martes, septiembre 3, 2024
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Anarquía citadina por falta de vigilancia

Estantes y habitantes de la ciudad de La Paz se sienten en una orfandad muy grande por la carencia de efectivos policiales. Es muy notoria su ausencia porque no hay provisión debida de agentes de policía y de tránsito que controlen el movimiento de motorizados en calles y avenidas, y hasta con su simple presencia obliguen a delincuentes avezados a no incursionar en los diversos barrios para cometer, robos, asaltos y apropiarse de lo ajeno.
Reiteramos que La Paz, observando el devenir diario de sus actividades, está sumida en el caos vehicular, por la falta de control por parte de uniformados de tránsito, lo que ha ocasionado que algunos de sus habitantes que conducen vehículos de servicio público o particulares, se sientan libres de cometer cualquier infracción con tal de llegar rápidamente a sus viviendas o centros laborales. Tal situación deriva, lógicamente, en anarquía en las vías, particularmente las que conducen al centro urbano, porque no faltan conductores de motorizados que, ante constantes embotellamientos o la presencia de grupos de manifestantes o bailarines en las calles, deciden eludir las reglamentaciones, a fin de avanzar de cualquier manera.
Por su parte, las autoridades locales parecen buscar causas y motivos para encuentros con sectores sociales a fin de abordar temas secundarios, sin prestar toda la atención a problemas que provocan malestar general y que surgen en varias zonas de la urbe, como la frecuente interrupción del tránsito vehicular debido, entre otras causas, al aumento de la cantidad de motorizados, algunos de procedencia legal y otros chutos, es decir, que han sido introducidos de manera irregular. Inclusive en varios casos se ha revelado que algunos de estos vehículos han sido sustraídos de países vecinos, como Chile. También la ciudadanía demanda mayor vigilancia policial en calles y avenidas para evitar que los transeúntes sean víctimas de robos y asaltos. De igual manera, es muy importante redoblar la vigilancia en zonas periféricas a fin de impedir que malhechores ingresen a viviendas para apropiarse de bienes ajenos.
Las autoridades encargadas de labores de vigilancia no deberían olvidar que han sido elegidas para servir a una ciudad que espera mucha responsabilidad y honestidad por parte de ellas. Finalmente, provoca extrañeza que policías de alto grado no aparezcan dirigiendo a sus subordinados para dar solución a problemas como los mencionados.

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