domingo, noviembre 17, 2024
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Diplomacia al garete

Una buena diplomacia es el escudo que tienen las naciones pequeñas para defenderse, porque los poderosos pueden errar muchas veces y con su fuerza enmendar sus fallas o imponerse con la amenaza, simplemente. Existen ejemplos en todo el mundo de países que se han desenvuelto en medio de turbulencias, evitando ser avasallados por sus vecinos, y que, más bien, resultaron ser amparo y refugio – a veces garantes– del resultado de grandes conflictos entre potencias mayores. Suiza puede ser el ejemplo emblemático en Europa con su proclamada neutralidad y seguramente que Uruguay en nuestro hemisferio.
Bolivia, nación débil, pobre, extensa y despoblada, tentación para el apetito de vecinos, jamás tuvo una diplomacia ejemplar, salvo durante los años 30 al 50, cuando, una pléyade de personalidades se destacaron en el Servicio Exterior; justamente en momentos gravísimos, cuando nuestro país disputaba sus derechos sobre el Chaco Boreal ante la comunidad de naciones y luego, naturalmente, cuando, después del retroceso hasta Villamontes y el Parapetí, se firmó la paz en Buenos Aires en 1938, que, dígase lo que se diga, la diplomacia boliviana no salió mal parada. Finalmente, Paraguay (no Ecuador como el lapsus del presidente) debió retroceder aproximadamente un centenar de kilómetros desde lo que había sido el cese de hostilidades en el pacto de tregua de junio de 1935.
Si hoy tuviéramos un conflicto bélico sabemos que nuestras Fuerzas Armadas no tienen la suficiente capacidad como para enfrentar a los vecinos. En el frente internacional, Bolivia está más perdida que nunca. La diplomacia boliviana está al garete sin una Cancillería. Ni el gobierno de Evo Morales ni el actual se han ocupado de la diplomacia porque les parece algo secundario, algo que no da votos; es decir que es algo desechable. Claro que cuando pareció que podía dar votos todos corrieron a La Haya para salir en la foto de los triunfadores al lado de Morales, y el fracaso fue tan grande como la decepción. Con el Silala, los masistas ya fueron más prudentes y asumieron que la derrota diplomática era inevitable, y, por último, hasta admitieron que los chilenos tenían razón.
Pese a todo, los contundentes dictámenes de La Haya parece que ni a Evo Morales ni a Arce les han afectado mucho. Finalmente, el MAS, en su extrema ingenuidad y prepotencia, está queriendo jugar en las “grandes ligas” y lo que pueda suceder en el viejo litoral del Pacífico no es tan importante. A Evo Morales cuando fue presidente como hoy a Arce, les importó y les importa, China, Rusia, Irán, Corea del Norte, y los dictadorcitos de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Ni hablar nada de los Estados Unidos o de la Unión Europea. ¿Hacer tratados de libre comercio con los capitalistas? ¡Jamás! ¡Primero está la dignidad del país! ¡Joder!
La diplomacia boliviana se ha ideologizado imprudentemente. Ha barrido, desde el 2006, con todo el Servicio Exterior profesional y lo ha suplantado por militantes del MAS. Choquehuanca, Huanacuni, Pary y Mayta –el póker de ases– han implantado una diplomacia aimara, antes que nacional. O para que no se hable de etnias, una diplomacia andina. Ninguno de ellos tuvo nada que ver con la diplomacia en el momento en que los designaron. Tal vez la única excepción fue Pary que antes había sido embajador en la OEA. Pero lo peor de todo es que los cuatro cancilleres del MAS eran activistas políticos, que tenían por encima de todo al jefe y al Partido, a la wiphala flameando al tope, y que, por tanto, siguieron el camino tortuoso que les trazó primero Cuba y luego Venezuela, lo que está más que plasmado en las actitudes y en el voto de Bolivia tanto en la ONU como en la OEA y en cuanta reunión internacional se produce. Apoyar a Venezuela y alinearse en contra de Ucrania es una muestra de sumisión canallesca.
El problema es que el MAS es un partido inculto, es una montonera iletrada, sin ninguna educación. Es un auténtico partido de masas. Por supuesto que existen algunos masistas que han leído, que han estudiado, pero son los menos y no quienes han pasado por el Servicio Exterior. Si los cancilleres no han conocido la historia de Bolivia menos sabrán de su historia diplomática, y si tampoco se ubican en lo que ha sido el mundo a través de los siglos, creen que todo ha nacido en el Chapare o en Achacachi. De ahí que puedan existir designaciones vergonzosas en las embajadas y consulados. Por la falta de conocimientos sobre lo que es la diplomacia es que se pueden producir nombramientos como los de la señora Lidia Patty, por solo citar al último broche deslumbrante del MAS.
Dicen que la diplomacia de una nación es el reflejo de su gobierno. Parece que es muy cierto. En pocas palabras, si un gobierno es malo como el actual, su diplomacia tiene que irse al garete irremediablemente.

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