Tras concebir la huella Trinitaria, del Dios-Amor entre nosotros, todo se reduce a una única comunión de pulsos, activados por el espíritu del amor de amar amor, sustentado en el centro divino-humano de la persona de Cristo y sostenido en la realidad del Ser Supremo uno y trino, manantial inagotable de resplandor y de esplendor hermoso.
I.- CREADOR NUESTRO Y PADRE MISERICORDIOSO
Es Dios el origen de todas las cosas, el principio y el fin de lo instaurado, de manera que todo lo visible viene de lo invisible, de la palabra celeste, que es de donde brota la existencia.
Somos hijos del Padre y a Él hemos de volver, con la fibra en los labios, crecidos de bien y recreados de luz, librados de las cadenas del camino, y liberados del dolor y de la muerte.
Separados del Hacedor nada somos, el mal nos muele hasta demolernos, en una fosa de maldades perversas, dejándonos las entretelas sin latidos, y los surcos sin reino que nos reviva.
II.- UNIGÉNITO HIJO Y ETERNA SABIDURÍA ENCARNADA
Con la fe puesta en Jesús, la vida es la verdad más sublime que nos une; la bondad más renovadora del alma, la libertad más real que nos resurge, el querer más níveo que nos recoge.
Amparados por el árbol de la Cruz, se entrecruzan el cielo con la tierra, lo divino y lo humano se entrelazan; Cristo quiso asumir nuestra historia, y caminar con nosotros cada aurora.
Creciendo en la búsqueda del Señor, nos abrimos al espíritu omnipotente, y Él nos hace dirigirnos al Altísimo, de un modo diferente y verdadero, elevándonos a una nueva dimensión.
III.- VOLUNTAD EN EL PROCEDER Y LUZ PARA ENCAUZARNOS
Si descubrir el amor es redescubrirse, y nacer en el amar es como renacerse; esta conciencia es la que nos cambia, nos insta a saber mirar y a poder ver, a dónde hemos de montar y remontar.
Todo tiene una dimensión de cauce, de vertiente para recordar la venida, de cuenca para enseñar la dirección, de curso para tomar el sentido justo, y de pertenencia a una familia eterna.
La acción del soplo es una reacción, al horizonte del acuerdo armónico; que actúa en tiempos de oscuridad, y en momentos de sol nos enaltece, donándonos una prenda de ilusión.
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