Pasado que será presente

Conforme pasa el tiempo, cada persona, retrotrae cuanto ha vivido; pero, según las experiencias, predomina lo que, como remanente, ha quedado en la memoria y mucho de ello en el corazón, no sólo por lo bueno que haya dejado, sino hasta lo ingrato que se haya sufrido. Lo cierto es que todo, sin excepción, queda en uno y no es posible desalojarlo de la mente, porque en los momentos menos pensados retornan frescos, como si hubiesen ocurrido hoy. Así son, pues, las remembranzas que han calado hondo y se adentran más, por ingratas que hayan sido situaciones especiales que se vive por diversas causas o motivos.
Cada quien que tuvo sus momentos personales o familiares revive lo pasado y es bueno porque contribuye a la reconstrucción mental de lo que fue y pasó. De todos modos, se entiende que no es posible soslayar los años vividos, que son parte de la existencia y forman un solo bloque espiritual de remembranzas, casi siempre anidadas en uno, sea por lo ligado que estén a nuestra vida, como por lo que se vuelve a vivir, cuando los hijos se refieren a lo transcurrido por sus mayores.
Lo digno e importante es que, conforme pasan los años, traen con ellos situaciones, hechos y amigos que, si bien o mal, están ya ausentes, ellos se encargarán de ser portadores de lo olvidado, descuidado o presente, junto a quienes ya tienen su parte del diario vivir. Depende de cada uno la parte grata y constructiva a favor de quienes puedan encajar debidamente en el enjambre del tiempo transcurrido.