lunes, noviembre 4, 2024
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Durmiendo con el enemigo

Mauricio Ochoa Urioste

A diestra y siniestra, ocurren golpes bruscos de timón en América Latina. Lo vemos a diario, y no se trata de ideologías necesariamente; sino de una lucha encarnizada de grupos que se disputan el poder. Lo que en América Latina es izquierda política tiene varias características del fascismo, en muchos pero no en todos los casos. Y lo mismo puede decirse de hombres tan despiadados como Bukele, considerado de ultraderecha.
Lo que pasa en el Viejo Continente, dista mucho de lo que realmente ocurre en Latinoamérica. Es cierto que entre un Sánchez y un Feijóo hay luchas de ideas y disputas fuertes, ni qué decir entre un Vox y un Podemos. Pero lo claro es que estas disputas se mueven al menos en un marco institucional y respeto por el pluralismo político, que guste o no, es el ideal.
También Uruguay es una excepción a la penosa regla latinoamericana. Y no porque aquí “no se cuecen habas” como en todo el mundo, ni por el hecho que entre un PIT – CNT y un Cabildo Abierto no haya abismales diferencias ideológicas. El hecho lo demuestra: Uruguay ha podido desde hace ya varias décadas posteriores a la dictadura militar, sobrellevar el problema de la carencia de institucionalidad democrática que es tan característico de la región.
Lo de Venezuela, Cuba, Nicaragua, El Salvador, Bolivia, por poner solamente algunos ejemplos notables, es una verdadera lástima. Y no porque allí no haya también disputas; sino porque ellas se mueven en el terreno del autoritarismo, y cuándo no del totalitarismo. Y en totalitarismo, para hablar con propiedad, no hay izquierdas ni derechas; sino simple y llanamente abuso de poder, actitudes propias de regímenes dictatoriales.
Entendidas así las cosas, me pregunto si acaso la Unión Europea y la misma OTAN, son conscientes de la gravedad que representa ser en la mayoría de las veces demasiado frágiles ante los autoritarismos y totalitarismos de Latinoamérica.
Dormir con el enemigo. Así podría llamarse al hecho de una agenda multilateral –que queramos o no es necesaria– con una prensa y unos partidos políticos tendientes a una “diplomacia de frac y corbata”. Cuando las papas calientan, y vemos la presencia de alianzas del eje del Socialismo del Siglo XXI con regímenes totalitarios de Medio Oriente y ni qué decir, hasta con el mismo enemigo de la pobre Ucrania, huelga la necesidad de alzar la voz.
No. Ni a Europa ni a la OTAN les conviene, ya estratégicamente hablando, seguir con una diplomacia suave dentro de la agenda multilateral. El panorama es muy claro: dentro de la geopolítica internacional, o triunfará en el futuro la democracia liberal, o en su defecto, el totalitarismo. No se trata de izquierdas o derechas, que eso quede claro.
Un sólo ejemplo de todo esto, es la reciente concesión del gobierno de Luis Arce de las reservas del litio a Rusia. Ni un pío, ni una llamada de atención internacional.
Para que triunfe la democracia en el mundo, es necesario persuadir mediante un discurso mediático claro y contundente, aquello que está bien y no. Claro está que la negociación internacional es necesaria. Otra cosa, sin embargo, es callar todo el tiempo.
No todos callan, cierto. Pero la mayoría se encuentra en silencio, por la tan consabida y sagrada agenda multilateral.
Me parece muy bien que el Presidente del Gobierno español, haya lamentado públicamente un bloqueo de la reunión entre Zelensky, la Unión Europea y la CELAC. A buen entendedor, pocas palabras. Sin embargo, es hora de detener el paso. El PSOE, el PP, y todas las fuerzas políticas de España, deberían al menos preguntar a Sánchez cuáles son los líderes de tales países. Y lo propio los europarlamentarios, y las coaliciones políticas de la eurozona.
La humanidad merece que se hable muy claramente las cosas. Ucrania está en guerra, ha vuelto la guerra fría. Es demasiado iluso pensar que por arte de la negociación las cosas acabarán mejor. No lo sabemos. Yo quiero paz, igual que el mundo. Pero que se deje bien sentado, al menos en el discurso, quiénes están de un lado o del otro.

El autor es Abogado.

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