El país tiene múltiples problemas, enumerarlos demandaría mucho espacio. Y no vendría al caso, obviamente. Pero ningún “salvador”, sea quien fuere, logrará poner paños fríos a la realidad que se impone, desgraciadamente. Que quede muy claro, solo el esfuerzo mancomunado, de hombres y mujeres, de ricos y pobres, de orientales y occidentales, determinará la ruta a proseguir, en la histórica búsqueda de un futuro mejor. Ese será el mejor antídoto para acabar con el mal. Con ese que quita el sueño a gobernantes y, muy particularmente, a los gobernados, que están pendientes del curso de la historia.
El país no está en busca de un “salvador”, sino abocado a resolver sus problemas inmediatos. En esta coyuntura económica adversa. Cuando el costo de la canasta familiar aumenta día que pasa. Cuando los sueldos y salarios, han perdido su poder adquisitivo. Cuando el desempleo acelera el crecimiento del comercio informal. Cuando la corrupción, en ciertos niveles de la administración pública, erosiona la moral política, en democracia. Cuando “meten la mano” al erario nacional, en desmedro de los intereses nacionales. Cuando se enriquecen unos cuantos y se empobrece la mayoría ciudadana.
En consecuencia: algunos actores políticos, identificados con una izquierda que avala los excesos de ciertos regímenes autoritarios, no toman en cuenta esa situación ni se sensibilizan ante el sufrimiento de las personas necesitadas. Pero dicen, con desfachatez, en el llano y el Poder, representarlas. Es una actitud demagógica.
El país requiere, por lo visto, mayores esfuerzos, para solucionar sus problemas coyunturales más apremiantes. Y de ninguna manera actitudes distraccionistas, como la pugna interna de un partido en función de gobierno. Éstas son manifestaciones circenses, dirigidas a entretener a la opinión pública, interna y externa. A encubrir los desaciertos y los despropósitos cometidos, en determinados momentos de la gestión pública. De otro modo no se justifican tales hechos.
Mayores esfuerzos, asimismo, para generar empleo, de manera prioritaria, que signifique pan, salud y educación, para quienes confrontan días angustiosos, debido a la situación económica difícil. Aquella actividad contribuiría al bienestar y la paz social, en la perspectiva de forjar un venidero mejor para las generaciones futuras, ante todo.
“Pero es en el aspecto económico donde Bolivia encara sus más grandes dificultades inmediatas y mediatas. Factores internos y externos han puesto a este país en una situación que exige la adopción de medidas para evitar una grave crisis. Situación que exige el concurso abnegado de todos los sectores de la vida del país”, afirmó, hace 44 años, un dignatario de Estado boliviano (*). Aún no estuvo afianzado el sistema democrático. Éste, sensiblemente, continuaba sobreviviendo, bajo la amenaza de las armas. Y los problemas económicos eran recurrentes.
En suma: es necesario deponer intereses sectorios y trabajar de veras por el bien común.
(*) “Discurso pronunciado por S.E. doctor Walter Guevara Arze, presidente constitucional interino de la República de Bolivia, en la inauguración del IX Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la O.E.A.”. La Paz, Bolivia, octubre 22 de 1979.