Con el propósito de conseguir el aumento de la producción de maíz y otros granos, sectores agrícolas del oriente y los valles del país han hecho varios pedidos a través de los años a fin de conseguir apoyo estatal consistente en dotación de semillas, otros insumos y maquinaría. Siempre ha sido de urgencia la aplicación de planes que fomenten la producción de granos de varias especies, para satisfacer la demanda interna y exportar los remanentes a mercados externos. Para ello se ha tomado en cuenta el aumento del consumo por el crecimiento de la población y el avance de industrialización en materia de alimentación. En ese sentido, el desarrollo de nuestra actividad agrícola e industrial implicaría incrementar en gran medida el ingreso de divisas por las exportaciones.
Sin embargo, pocas veces los gobiernos de turno mostraron preocupación por lograr que la agricultura adquiera las dimensiones que tiene en otros países, debido especialmente a que hubo una especie de “satisfacción” por el ingreso de divisas mediante la venta de minerales o gas, es decir materias primas. Esa posición absurda ahora más que nunca ha quedado en entredicho, cuando las reservas de gas se agotan y los precios de los minerales constantemente varían, dependiendo de mercados foráneos que no son estables. Esa despreocupación nunca debió ocurrir, pero solo en momentos de crisis económica se llega a comprender que exportar, mejor si es con valor agregado, es muy importante en la economía mundial. Con altos índices de producción agrícola dejaríamos de depender en gran medida de la venta de minerales o gas como fuente de ingresos de divisas. Sobre todo, se requiere crecimiento industrial, para exportar no solo materias primas sino productos fabricados en el país, que puedan competir en calidad y precios en el comercio mundial.
Una industria agrícola fortalecida podría atender las necesidades de millones de personas en nuestro país, siempre que surja por parte de los gobernantes el empeño por apoyarla, lo que no ha sucedido de manera eficiente en todos los departamentos, donde esa actividad básica muestra peligrosa declinación, quedando en observación la pregonada “soberanía alimentaria”. Lo cierto es que, empezando por países vecinos y hasta de otros continentes, se demanda mayor producción de maíz y granos, debido a requerimientos de poblaciones en crecimiento y por conflictos bélicos, como el actual entre Rusia y Ucrania, cuya finalización es incierta.
Producir y vender maíz es muy importante
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