miércoles, julio 31, 2024
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Sócrates y la meritocracia

El concepto de Estado del filósofo griego ha sido objeto de estudio y debate desde la antigüedad. Sócrates, nacido en Atenas durante el siglo V a.C., es conocido por su método de enseñanza basado en el diálogo y la indagación. Su influencia en la filosofía occidental es incuestionable, siendo considerado uno de los padres fundadores de esta disciplina junto a Platón y Aristóteles.
Para Sócrates el Estado ideal debe estar basado en la justicia y la virtud. Según su visión, el Estado debe ser regido por filósofos-reyes, quienes poseen la sabiduría y el conocimiento necesario para gobernar de manera justa y equitativa. Estos gobernantes deben tener un fuerte compromiso con el bienestar de los ciudadanos y estar guiados por la razón y la ética. Sócrates defendía la idea de que los individuos deben cumplir con sus obligaciones y respetar las leyes establecidas por el Estado, ya que consideraba que el orden social era fundamental para el desarrollo de una sociedad justa y funcional. Es decir, una persona con escasos recursos intelectuales no debiera ser, bajo ningún concepto, un actor político con poder de decisión, pues la ignorancia no construye bienestar ni entiende el concepto global de Estado.
El concepto de Estado de Sócrates tiene que seguir siendo relevante y útil. Su enfoque en la justicia y la virtud es fundamental en una sociedad democrática. Los principios éticos y morales deben guiar las decisiones y acciones de los líderes políticos, al igual que los ciudadanos deben cumplir con sus deberes y respetar las normas establecidas. Esto evita la corrupción y garantiza un gobierno que actúe en beneficio de todos.
El énfasis socrático en la participación ciudadana es de vital importancia en el Siglo XXI. Sócrates consideraba que todos los ciudadanos debían ser educados y participar activamente en la toma de decisiones políticas. En nuestra actual democracia, es esencial fomentar la participación ciudadana y promover una educación completa y racional que forme individuos conscientes y comprometidos con su comunidad. Esto permite fortalecer la democracia y evitar la apatía política; resulta ilógico pensar que la política y sus alcances éticos pueden ser desarrolladas por todos, la ignorancia convierte al político en instrumento. Las decisiones políticas deben estar sustentadas por el conocimiento y la virtud, no por la consigna y la ignorancia.
Asimismo, resalta la importancia del desarrollo social, pues consideraba que el Estado debía velar por el bienestar de sus ciudadanos y promover su felicidad. En la sociedad del Siglo XXI esto se traduce en la necesidad de implementar políticas públicas que garanticen la igualdad de oportunidades, el acceso a la educación y la salud, así como la erradicación de la pobreza. En definitiva, el Estado ideal de Sócrates busca el desarrollo integral de los individuos y la construcción de una sociedad justa y equitativa, dando énfasis en la formación académica y la meritocracia.
El concepto de Estado del filósofo griego sigue siendo relevante. Su énfasis en la justicia, la participación ciudadana y el desarrollo social son fundamentales para la construcción de un sistema político y social ético y funcional. Promover estos valores socráticos en nuestra actualidad contribuye al fortalecimiento de la democracia y al bienestar de la sociedad en su conjunto. Por tanto, es imprescindible seguir explorando y debatiendo su pensamiento para que con ello no volvamos a caer en el simplísimo intelectual del socialismo y del progresismo, donde todos hacen política sin siquiera poder hilvanar dos frases de manera coherente y donde el Estado no resguarda a sus ciudadanos, más bien los acalla y persigue.

El autor es Teólogo, escritor y educador.

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