Lewis Strauss fue comisionado fundador de la Comisión de Energía Atómica en 1947, desempeñando un papel clave en la configuración de la política nuclear estadounidense de la posguerra. Strauss conoció a Oppenheimer ese mismo año en su calidad de administrador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton. Así comenzó una tensa relación entre dos hombres obstinados, sumamente ambiciosos y, a su manera, fervientemente patriotas. Strauss era un sureño devotamente religioso, que al sólo haberse graduado de la escuela preparatoria siempre se sintió profundamente inseguro por su falta de educación formal, un político conservador y dogmáticamente anticomunista; mientras que Oppenheimer era del noreste del país, brillante por naturaleza y altamente educado, un entusiasta liberal con políticas de tendencia izquierdista.
Para interpretar a Strauss, Christopher Nolan y Emma Thomas buscaron a un actor con el que querían trabajar desde hacía muchos años: el dos veces nominado al Óscar (por Chaplin en 1992 y por Tropic Thunder en 2009) y muy conocido Iron Man, Robert Downey, Jr.
La oportunidad de Oppenheimer llegó a la vida de Downey Jr. en un momento en el que intentaba ser cuidadoso en la elección de sus proyectos tras su éxito de taquilla interpretando al principal vengador del universo cinematográfico de Marvel. “Antes de la pandemia llevaba casi un año sin hacer nada, simplemente reconectando con mi familia y otros intereses, porque había estado trabajando sin parar”, dice Downey Jr., que acaba de producir “Sr.”, el aclamado documental sobre su difunto padre, el venerado cineasta experimental Robert Downey, Sr., y su relación con él. “Pero se trataba de Christopher Nolan haciendo algo que era importante para él. El elenco era este gran ensamble de personas que pueden elegir sus proyectos. Y tan pronto como nos pusimos en marcha, los acontecimientos mundiales se alinearon de una manera que convirtió a esta película en una metáfora importante que podía hablar de un sinnúmero de cosas. Así que fue una decisión muy fácil de tomar”.
Cuanto más investigaba Downey sobre Strauss y su compleja relación con Oppenheimer, más crecía su percepción de Strauss como una figura complicada cuya visión del mundo tenía sus méritos, al menos en el contexto del momento histórico. “Les daré un ejemplo”, dice Downey Jr. “El Teatro Asiático-Pacífico en la Segunda Guerra Mundial fue crucial. Nuestros torpedos no explotaban a la profundidad o distancia adecuadas de sus objetivos. Strauss sabía que la espoleta de proximidad ayudaría a la causa y como la impulsó enérgicamente, con todas sus ventajas burocráticas, ayudó a acortar la guerra. Pero, ¿alguien dijo alguna vez que Lewis Strauss ayudó a acortar la guerra? No. Más tarde, cuando se dio cuenta de que los rusos tenían armas atómicas y empezó a abogar por las pruebas de la bomba H, a lo que Oppenheimer se opuso, Strauss lo hizo creyendo que podría salvar vidas, del mismo modo que la innovación de la espoleta de proximidad salvó vidas. Su razonamiento no es tan simple como ‘necesito ganar’ o ‘necesito que pierdas’. Siempre hay alguna motivación de su parte en la que puedes decir: ‘Bueno, pero él tiene razón’”.
Y en cuanto al corte de pelo que le exigió interpretar a Strauss, Downey Jr. no se inmutó. “Lo gracioso de afeitarme la raya del nacimiento del pelo es que me recordaba a mi padre, lo cual nunca es malo, aunque también supuso para mi sufrida esposa una vista previa de lo que vendrá”, relata Downey Jr. “Pero sin duda era adecuado para el personaje. Creo que Chris estaba un poco preocupado o se preguntaba si yo querría evitarlo. Pero eso es lo último que haría. Y lo único que terminó pasando fue que usé gorras de béisbol durante una temporada”.
Lewis Strauss es interpretado por Robert Downey Jr.
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