sábado, septiembre 28, 2024

Fresas y fresas

Siempre he conocido a la fresa como una fruta pequeña, en forma redondeada o cónica y de color rojo brillante. Su pulpa es mantecosa, deshaciéndose en la boca hasta con la más mínima presión, con un sabor muy dulce. Pero lo que más caracteriza a la misma es su aroma intenso, capaz de impregnar con su perfume penetrante, varios metros a la redonda. Solemos encontrar esta fruta en los supermercados, en productos como helados, yogur, etc.
El otro término que he escuchado y al parecer algo despectivo, es el de los “chicos y chicas fresas”, ¿algo similar a los hippies de otros tiempos? Se les suele criticar por ser ostentosos, disponer de algunos recursos materiales, quererse destacar, llamando la atención en el vestir o en poseer la última tecnología (celular, etc.)
Sin embargo, en muchos casos, son catalogados de forma superficial por jóvenes de otras instituciones, cuando conocen que los mencionados estudian en instituciones privadas y los ven pasar en un vehículo que puede llamar la atención o no, pero que es poco probable que, a esa edad, lo hayan podido adquirir con sus propios esfuerzos. De ahí surge la expresión “ahí va una chica o chico fresa”.
Hace unos años participé, como parte de un organismo internacional, de forma voluntaria, en un trabajo –siendo mejor hacerlo, no esperar a que te lo cuenten– que consistía en levantar el armazón de una casa de madera prefabricada, de 18 metros, montada sobre pilotes o bases, para una jovencita de solo 16 años, con dos niños, cuya vivienda anterior (creo que es exagerado llamar vivienda a algo tal vez de 2 x 2 metros cuadrados, que tenía un soporte de piedras alineadas y encima plásticos y láminas de zinc; una puerta, sin ventanas). Allí había un colchón que estaba húmedo por la lluvia de la noche anterior, sobre dos restos de sillas plásticas y en un costado lo que debía ser el baño, sin ducha, sin tasa, sin puerta, sin energía eléctrica.
Estoy hablando de algo del Siglo XXI. En el fondo de la casa, la ropa también estaba mojada, colgaba sobre alambres de púas, por lo que que dudo que al día siguiente estuviera disponible para ser utilizada, pero sí posiblemente para causar una neumonía.
Un grupo pequeño de jóvenes, trataba y trata de contrarrestar como “hormiguitas” esa dura realidad, al menos con un grano de arena, entiéndase brindar una casa digna a gente necesitada. ¿Quiénes eran o son estos jóvenes que nos orientaban?, ¿qué nos indicaban?
Unos eran dirigentes de la organización, recién graduados universitarios (en Derecho, en Comunicación, etc.), otros voluntarios, también universitarios, prácticamente todos con vehículos que, en la hora de organizar la construcción de casas, los planes futuros, demostraban una profesionalidad y unas ganas que mostraban pasión, amor por hacer un bien, o muchos bienes.
¿Son fresas estos jóvenes? Si los comparo con la fruta, cuyo aroma intenso es capaz de impregnar con su perfume penetrante, todo lo que le rodea, ese aroma que ellos y ellas despiden, con su ejemplo, su actitud, su disposición, ¡sí, lo son y muy especiales! Le agradezco a Ana Lucia, por lo que pude aprender de ella, a pesar de mis años.

El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.

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