En todo tiempo las poblaciones del territorio nacional hacen conocer sus demandas para que las autoridades nacionales o locales se dediquen a hacer obras, tomando en cuenta las necesidades más urgentes, a fin de favorecer a miles de habitantes. Al respecto, en la época de las “vacas gordas”, es decir cuando el país recibía ingentes cantidades de dinero por la venta de gas a países vecinos, se hizo abundante propaganda sobre la construcción de caminos, hospitales, entrega de computadoras para estudiantes y hasta canchas de césped para determinadas zonas.
Sin embargo, pasada esa época de derroche de recursos económicos, quedan como saldo pocas obras que han resistido el paso del tiempo y han sido entregadas con su equipamiento. Muchas de ellas se han deteriorado por fallas en la construcción, varias quedaron inconclusas y no faltan las que son como “elefantes blancos”, sin uso por falta de planificación y por estar en regiones con poca población, pero que eran afines al oficialismo.
Sin embargo, con anticipación, a través de los medios de comunicación, entendidos en el tema varias veces han pedido que antes de hacer obras públicas se haga todo tipo de estudios, para dar preferencia a las obras verdaderamente de urgencia, planificando y coordinando con las autoridades locales, a fin de disminuir costos, evitar la dispersión de personal e impedir actos de corrupción por parte de funcionarios encargados de la adjudicación de trabajos a empresas. Lamentablemente, casi siempre se han sobrepuesto los intereses particulares o de grupo al hacer adjudicaciones, muchas hechas de manera directa, con una serie de argumentos sin consistencia. Todo ello implicó daños a las arcas del Estado, sin que los responsables sean procesados y devuelvan lo que se apropiaron sin escrúpulos.
Por todo eso, ahora que los recursos económicos son limitados, por la difícil situación económica en la que se encuentra el país, cuya característica más visible es la falta de dólares, gobernaciones y alcaldías deberían coordinar sobre construcciones, con la finalidad de bajar costos de materiales, evitar exceso de personal, así como controlar el avance obras para sean entregadas en el tiempo establecido y con calidad aceptable. Recordemos que, por lo mencionado, varias obras al final quedaron como ejemplos de lo que no se debe hacer y del derroche de recursos públicos.
De todos modos, queda la gran lección de que las obras públicas deben ser planificadas y coordinadas, relegando intereses políticos. No se debe seguir por los caminos transitados por la corrupción y menos contar con personal sin suficiente preparación técnica, que solo muestra improvisación. Hace obras de verdadero bienestar general es lo que esperan las regiones del país, particularmente en época de crisis.