lunes, julio 8, 2024
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¿Cuestión de edad?

Orlando Navarro Canelas

Hace 10 años, en un contexto pre-electoral, el entonces presidente Evo Morales se refirió a Juan del Granado como “doctor Chapatín” debido a su edad. En aquel momento, Evo Morales tenía 53 años mientras que Juan tenía 60 años. Hoy, a sus 63 años, Evo se encuentra en una guerra abierta dentro de su propio partido con un ala conocida como “Los renovadores”. Irónicamente, esta facción de “Los renovadores” no está compuesta por jóvenes, sino por dirigentes políticos y miembros de su gobierno que han visto postergadas sus oportunidades de ascenso político durante la era Morales debido a su intento de mantenerse en el poder. Los renovadores hoy han encontrado refugio en el gobierno de Luis Arce.
En un mundo en el que en política todo vale, se busca desacreditar al adversario político por cualquier motivo posible. Lamentablemente, la edad no está exenta de estas acciones. Un ejemplo de esto es la campaña de desacreditación contra Amparo Carvajal por parte de algunos sectores afines al MAS que respaldan la toma del edificio de la Asamblea de Derechos Humanos por parte de Edgar Salazar. Estos sectores no han dudado en dedicarle insultos a esta notable activista de 84 años.
Mientras en Bolivia algunos destinan este tipo de argumentos para desacreditar a los políticos en lugar de enfrentar un debate de ideas, especialmente en un momento crítico para nuestra economía y de profunda crisis de la ética gubernamental, es inevitable recordar que un señor de 78 años gobernó el país en el momento tumultuoso de la economía en 1985. Víctor Paz Estenssoro encabezó una serie de reformas económicas en un contexto de hiperinflación, logrando estabilizar la economía del país. Por otro lado, hemos tenido gobernantes como German Busch Becerra, quien, a los 34 años, en calidad de presidente, promulgó la primera Constitución Social de derecho del país y marcó un legado muy importante y aún vigente en la actualidad.
Si queremos remontarnos aún más atrás en nuestra historia, encontramos al Mariscal Antonio José de Sucre, quien contaba con solo 14 años cuando en Charcas y La Paz se alzaron los primeros gritos libertarios de América. A los 30 años de edad, en 1825, Sucre ingresaba a la Real Audiencia de Charcas para que estas tierras definieran su futuro.
Volviendo casi al presente, hace algunos años fuimos testigos de cómo Perú eligió entre un candidato de 78 años y una candidata de 41 años. Pedro Pablo Kuczynski se impuso a Keiko Fujimori gracias al voto de los jóvenes en aquel entonces. Luego, sucedieron eventos y se revelaron sorpresas que implicaron cambios en ese país.
En la actualidad, siendo la antesala de las elecciones en Estados Unidos, la disputa política se centra entre Joe Biden, de 80 años, quien buscará la reelección, y el expresidente Donald Trump, de 78 años. Sus propuestas se consideran diametralmente opuestas en términos de oferta electoral.
Con todo esto, pretendo demostrar que la gerontofobia (el temor a las personas de la tercera edad) y la efebifobia (el temor a los jóvenes) en política resultan ser recursos bajos, vacíos y carentes de sentido. Sin embargo, aquellos que renuncian al debate de ideas y a la generación de nuevas propuestas recurren a este tipo de estrategias.
No me imagino al Mariscal Antonio José de Sucre, a sus 26 o 27 años, iniciando una campaña contra el adultocentrismo en el ejército revolucionario. Más bien, me lo imagino ganándose el respeto por sus hazañas en el campo de batalla entre mayores y jóvenes, lo cual le valió ascensos y la acumulación de mayores responsabilidades, como las de ser un actor importante en la definición del futuro de nuestro país. De la misma manera, no creo que entre quienes fueron parte del gobierno de 1985 hubiese alguien que haya desconfiado del liderazgo del doctor Víctor Paz Estenssoro en la hora de tomar decisiones difíciles en el contexto de la crisis económica que atravesaba el país.
Hoy, creo que hay muchos jóvenes que se ganan a pulso espacios políticos sin necesidad de que su edad sea una especie de credencial. Ya hemos visto que en algún momento llegaremos a tener la edad del “doctor Chapatín”, y recurrir a la denostación por edad nos jugará en contra. Es un absurdo escupir hacia arriba cuando todos, sin excepción, transitamos el mismo camino denominado vida. Espero que el electorado boliviano defina su futuro sobre la base de proyectos de país que generen un futuro próspero y no se deje llevar por apelativos personales que solo devalúan más el ejercicio político.

El autor es Abogado.

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