miércoles, septiembre 4, 2024
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Mucho dinero, pobreza y mendicidad

Bolivia es un país con los contrastes más inverosímiles. En algunos grupos sociales hay ostentación de mucho dinero, tanto que se puede utilizar la palabra derroche. En otro grupo, la pobreza y el abandono son alarmantes, sin que hasta ahora ningún gobierno se ocupe y solucione por lo menos en algo esa triste realidad.

DERROCHE
En los últimos tiempos se habló mucho de la abundancia de dinero proveniente de la venta de nuestro gas. Con esa lluvia de dólares fueron construidos (preferentemente) estadios, canchas y canchitas con césped sintético, sedes sindicales (pro farras) y edificaciones para realizar reuniones internacionales con el objetivo de atacar a los EEUU y al capitalismo. Ni qué decir de grandes cantidades de dinero estatal destinado a la propaganda de gestiones gubernamentales y a movilizaciones masivas de militantes del área rural, con objetivos políticos, etc.

FESTEJOS
En los “prestes” también corre mucho dinero en la contratación de grupos musicales extranjeros, orquestas, bandas, mariachis, compra de “refrescos” de todos los colores y abundantes cohetillos chinos de contrabando.
En las “entradas” folklóricas, organizadores y bailadores declaran en forma pública (especialmente en la TV), que su participación mueve más de medio millón de dólares (ciertísimo).

DEPORTES
Aunque el dinero no es del Estado, en la actividad deportiva hay contrataciones millonarias (en dólares) de directores técnicos y futbolistas extranjeros con poco o ningún éxito en sus países de origen (en tierra de ciegos…). Esos contratos terminan con otra millonada de dinero en indemnizaciones y finiquitos (dudosos) que hasta originan procesos judiciales.

POBREZA Y MENDICIDAD
El largo prolegómeno sirve para la motivación del presente comentario y para demostrar dos realidades diferentes. Mientras ocurre todo lo mencionado, otro sector de bolivianos vive en la pobreza y el abandono.
En calles y plazas de La Paz, hombres, mujeres, niños y ancianos de toda condición social, especialmente campesinos de otros departamentos, esperan con ambos brazos abiertos, algunas monedas, ropa o alimentos que les podrían alcanzar los transeúntes. Y lo peor es que, a pesar del clima frígido de la ciudad, sus pies están cubiertos con rústicas sandalias, sus cuerpos con ropa de muchos años de uso y remiendos de diversos colores y tamaños. Sus cabezas tienen sombreros y gorros confeccionados por ellos.
Las mujeres llevan a sus criaturas de pocos meses, envueltas en viejas mantas y con sus miradas en el infinito; los niños de menos de diez años, cantan y bailan con la esperanza de recibir algunas monedas. Ancianos y ancianas en el frío cemento de las aceras también esperan la caridad pública.
Para qué describir más esas tristes escenas. La pobreza y la mendicidad son una realidad en Bolivia, país rico en materias primas y escaso en lo que hay dentro de la cabeza en todos los que sabemos y conocemos.

POSIBLES SOLUCIONES
¿Algún gobernante o funcionario de los poderes del Estado podría ocuparse de tan triste situación? Para la obtención de fondos de ayuda humanitaria, se podría sugerir un descuento económico a los elevados e injustos sueldos y dietas de políticos en el poder, de dirigentes, futbolistas y directores técnicos extranjeros; también pedir un aporte económico a exitosos comerciantes fiesteros y derrochadores que hacen su agosto con la mercadería que ingresa al país, ya se sabe cómo.

OTROSÍ
No hay que olvidar que los votos de esos humildes ciudadanos que viven en la pobreza y la mendicidad, llevan a los audaces políticos al sitio donde se encuentran realizando su “trabajo” con poco esfuerzo físico (y mental).

El autor es dibujante, escritor y periodista.

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