viernes, septiembre 27, 2024
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Implicaciones de posibles negocios armamentistas

Como no podía ser de otro modo, en todo tiempo se trata de involucrar en posibles negocios de armas a naciones ajenas a los conflictos bélicos que se desarrollan en varios lugares del mundo.  Nuestro país por principio es renuente a tratar con naciones que negocian sobre armas y menos desea contraer compromisos que impliquen quebrar normas de paz y concordia.

En ese sentido, la presencia de comerciantes o agentes de diversa procedencia seguramente tiene que ver con tratos escabrosos, como el negocio armamentista. Sin embargo, se debe descartar cualquier versión sobre temas que pretendan involucrarnos con lo que está muy lejos de ocurrir en cuestión de armamentos. Dar pábulo a comentarios o criterios ajenos a la verdad, no tendrían otra razón que incluirnos en cuestiones muy ajenas a nuestra condición pacifista.

Lamentablemente, no se puede negar que existen países dispuestos a ingresar en guerra o participar directa o indirectamente en cualquiera que se produzca en estos tiempos. Por ello todo intento por hacernos parte de problemas ajenos debería ser rechazado, aunque los gobiernos de turno tengan afinidad ideológica con los que buscan apoyo para sus intereses guerristas.

Al respecto, cabe recordar que hace muchos años nuestro país fue implicado en un negociado de armas y para ello hubo entregas de grandes cantidades de minerales, vendidos a fábricas de armas, que las vendieron con precios exorbitantes, por la situación de convulsión del momento.  Como resultado, Bolivia y otros países ganaron mucho dinero con la venta de materia prima para la elaboración de tanquetas, tanques y carros de asalto. Entonces intervino Naciones Unidas para hacer que se llame la atención a países vendedores de armas, porque se considera que un país pacifista no debe intervenir en confrontaciones entre naciones.

En consecuencia, corresponde tener cuidado con el relacionamiento con países fanáticos por resolver con las armas sus diferencias territoriales, ideológicas o hegemónicas. Peor si esos países están cuestionados por la mayoría de naciones del planeta que propugna el sistema democrático para vivir. En cuanto a la existencia de conflictos bélicos en este Siglo XXI, queda la esperanza de que sus propiciadores tomen conciencia de que el mundo necesita paz y unidad para enfrentar graves problemas económicos y sociales que impiden lograr bienestar para la mayor parte de la humanidad.

 

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