Me gusta escribir…, decía el famoso escritor Víctor Hugo Vizcarra; así también lo expresaron los estudiantes de sextos cursos de nivel primario, cuando en pasados días experimentamos una interesante actividad de leer un cuento escolar colectivamente dentro del curso. Para este propósito, llevé un trozo de papel que contenía un cuento de apenas 260 caracteres, titulado: “Las letras diminutas de Damián”, elaborado por el Ministerio de Educación, para trabajos de lectura en cursos de UNEFCO (2023, p. 3), con algunos maquillajes de forma y puntuación efectuados por nuestra parte.
Esta actividad de carácter no experimental, fuera de laboratorio; tenía la finalidad de medir la velocidad, comprensión, exposición oral de las conclusiones, respecto al texto intencionalmente proporcionado a cada estudiante. Iniciamos como corresponde con la motivación y recordación de los conocimientos previos sobre la lectura oral y escrita. Al principio, cuando ingresamos al curso; los estudiantes denotaban mucho nerviosismo, inquietud y ansiedad por saber qué ensayo no experimental íbamos realizar con ellos en hora de lenguaje.
Entregamos las hojas de papel bond que contenían el cuento y explicamos el procedimiento de la lectura, que iba a consistir en tres partes claramente identificadas: lectura individual en silencio, expresión de sentimientos a través de preguntas sugestivas y exposición oral de la lectura. Cada estudiante concentrado en el trozo de papel, comenzó a leer, los más avezados en la lectura, terminaron en tan sólo dos minutos las letras diminutas de Damián.
Indicador que ha reflejado, que los estudiantes de sexto de primaria, no están mal ni atrasados en la lectura comprensiva. Porque: “La fluidez lectora es la capacidad de leer textos en forma rápida, con precisión y entonación adecuada”, citado en Didáctica de la Lectura Textual, inferencial o Deductiva Crítica (CECM, 2005, p. 17). Según parámetros de medición de la lectura, estudiantes de sexto deben leer 120 a 125 palabras por minuto. Veamos el texto propuesto y les invitamos al desafío de la lectura: ¿Cuántas palabras por minuto puedes leer?:
Damián pensaba que, sí seguía mirando la página de su libro de cuentos y novelas, sus ojos iban a salir disparados de la cabeza y se iban a escapar a Saturno, tierras lejanas que el hombre no conoce. Las letras en el texto parecían diminutas hormiguitas, que se escapaban cada vez que intentaba leerla, cambiando de forma constantemente y convirtiendo todas las letras “h” en “n”; no estaba seguro, o las letras “p” en “b”. Esas sí que eran muy parecidas y confusas, que daba dolor de cabeza comprenderlas. Una y otra vez, tenía que volver a empezar con los párrafos de la lectura. Y, ¡ni siquiera eran divertidas e interesantes! Sólo hablaba de un cuento de una niña despistada vestida de rojo que se perdía en el bosque de árboles: ¿Quién haría eso en pleno Siglo XXI, si existe el GPS en el celular?, ¿y por qué iba solita? No tenía sentido alguno que se perdiera en el bosque. Entonces, esta lectura es completamente aburrida. Además, leer le parecía eterno, pasar hojas y hojas siguiendo las aventuras de “Capuchita” o cómo se llame la niña vestida de rojo intenso. Lo malo es que tenía que leer todo el cuento, todito el cuento.
Suspiró y dejó caer su cabeza en el libro, deseaba estar de vuelta en el parque de su zona, donde los juegos con sus amigos eran mucho más divertidos y creativos, que su libro de lectura. Y, además, pensó que debía escribir sus propios cuentos de “Aventuras en el parque”, así le gustaría leer cuentos… Colorín colorado este cuento terminó.