Quienes consideraron que el autoritarismo es un sistema para gobernar, jamás aceptaron que Cuba, Nicaragua y Venezuela, violaron los Derechos Humanos, consagrados universalmente. “Existen derechos fundamentales que el hombre posee por el hecho de ser hombre, por su propia naturaleza y dignidad; derechos que le son inherentes, y que, lejos de nacer de una concesión de la sociedad política, han de ser por ésta consagrados y garantizados”, sostiene el estudioso Antonio Truyol y Serra (1).
Los gobernantes autoritarios, aduciendo supuestos actos de conspiración, conculcaron sistemáticamente los Derechos Humanos, en la región. Encarcelaron a quienes pensaban diferente o lanzaron al ostracismo a los que consideraban sus adversarios. Realidad que fue cuestionada por los gobiernos de esencia democrática del mundo y organismos internacionales. “Los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela cometieron abusos a los Derechos Humanos”, admitió, hace pocos días, el canciller brasileño Mauro Vieira (2).
En aquellos países donde rige el autoritarismo, enarbolando las banderas de la democracia, no hubo opción para divergir con las corrientes oficialistas, puesto que la libertad de expresión, más que todo, fue reprimida por los regímenes, mencionados. Vieira dijo, además, “que vino hablando con los tres regímenes latinoamericanos sobre el flagelo a los Derechos Humanos, no sólo desde ahora, sino desde cuando era el ministro de Relaciones Exteriores de la expresidenta Dilma Rousseff (3).
El autoritarismo ha ofrecido el “paraíso terrenal”, el cambio, pero que no llegó a realizarse por el bien común, sino que provocó la agudización de problemas sociales, con altos índices de pobreza, hambre y desempleo. Se tradujo, también, en restricción de la libertad y en escasez de alimentos. Aspectos denunciados, en reiteradas ocasiones.
Los amigos incondicionales de aquellos regímenes, los defendieron, a “capa y espada”, y se solidarizaron, con sus despropósitos. Incluso alguien los trató de “hermanos”. Pretendieron, en ese contexto, emular sus discursos y actitudes, cuyas acciones siempre tendieron a coartar las libertades ciudadanas y, particularmente, la libertad de expresión. Descalificaron, en ese intento, a los opositores, a los contestatarios y a los críticos, sin excepción de colores políticos. Y, más que todo, a quienes tildaron de derechistas. Encarcelaron a los que sostenían la verdad histórica. El objetivo fue ideologizar, a cualquier costo, el destino de los pueblos de la región.
En suma: habría que buscar una vida digna, en libertad, para la población, de acá o de allí. Basta de abusos, de prepotencias y amenazas, propongámonos construir un mundo mejor.
NOTAS
(1) Antonio Truyol: “Los Derechos Humanos”. Artes Gráficas Benzal, Madrid – España, 1979. Pág. 11.
(2) “En Cuba, Nicaragua y Venezuela se violan los derechos humanos”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 4 de agosto de 2023.
(3) Ídem, Ídem.