viernes, julio 26, 2024
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Buenos Aires soplan desde la derecha

El resultado de las recientes elecciones argentinas, fuera de significar una enorme sorpresa para la opinión pública nacional, como internacional, amerita toda nuestra atención, por la impecable victoria de la derecha, ante un corrupto sistema político familiar kirchnerista, cimentado en el socialismo del Foro de Sao Paulo y anclado en la utopía del viejo y apolillado peronismo.

El nombre de Las PASO, que llevan estas elecciones, es un acrónimo que significa: “Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias”. Se trata de votaciones que se realizan antes de las nacionales, sean éstas legislativas o presidenciales. Las características de cada una de las palabras se explican de la siguiente forma: Primarias.- porque se vota entre una serie de candidatos dentro de un partido o coalición, para que el ganador represente al grupo en las elecciones generales, a realizarse en octubre. Abiertas.- A diferencia de las internas partidarias, donde solo pueden votar los adeptos, en las PASO toda la ciudadanía está convocada a elegir al precandidato de su preferencia. Simultáneas.- porque se realizan en todo el país y a la misma hora, con organización de la Dirección Nacional Electoral y, Obligatorias.- porque al igual que en el voto general, votar constituye un deber cívico y quienes no lo hagan son pasibles de multas y sanciones.

Nos hemos permitido la citada explicación, dado que las elecciones realizadas en la hermana república Argentina muestran un inequívoco quiebre de las políticas que han venido asolando la región, desde México hasta la Argentina, mediante la utopía del Siglo XXI, que ha servido para alentar la implantación de un populismo de izquierda basado en la organización de cárteles internacionales del crimen, que utilizan fórmulas de un inexistente racismo; adoctrinamiento de nuestros niños en las escuelas, con inicuas materias sexistas, tráfico de personas, incendios y avasallamientos de tierras por doquier, desquiciamiento y división de núcleos sociales, familiares y religiosos, hasta llegar a las tenebrosas intimidaciones del narcotráfico que conllevan desaparición y muerte, como sucedió hace unos días en el Ecuador, así como en México, Colombia, Nicaragua, y Argentina.

El asesinato del candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio, no solo ha conmovido las fibras más sensibles de la población ecuatoriana, sino que elevó por los cielos la popularidad de los Bolsonaro, Bukele, Milei y muchos otros que combaten este tipo de hacer política, frente a los impostores que nos quieren hacer creer que sus crímenes obedecen a movimientos doctrinarios de izquierda, y son sus víctimas los victimarios, de una derecha que debe desaparecer.

Ante dicho cuadro, es obvio que muy pronto se hará efectivo, hasta en la realidad política de nuestros pueblos, el propio principio de Arquímedes que plantea: “todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso del volumen de fluido desalojado”; es decir, dados dos cuerpos que se sumergen en el agua, el más denso o el que tenga compuestos más pesados como el crimen y el narco, se sumergirán más rápido, y la justicia y la honradez saldrán a flote con la misma o mayor fuerza que los lastres hundidos.

El triunfo de Javier Milei en las PASO argentinas representa la victoria de su abierta propuesta contra el desencanto, la decepción generalizada, la pérdida de rumbo en la marcha del país y también, que han empezado a soplar Buenos Aires de derecha.

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