Ante la cifra de 2,8% del Producto Interno Bruto (PIB) del primer trimestre en la presente gestión, menor a la de 2022, además de calificada como insuficiente, los economistas señalan que el dinamismo del mercado interno no es una alternativa y debe apuntarse a la inversión privada, de lo contrario la economía nacional está cerca de una estanflación.
La semana pasada el ministro de Planificación del Desarrollo, Sergio Cusicanqui, informó que sobre el crecimiento del PIB registrado en el primer trimestre de la presente gestión, cifra que llegó a 2,28%.
Para el presidente del Colegio de Economistas de Tarija, Fernando Romero, el consumo interno ya no gravitará mucho en el PIB, sino la inversión, por ello se debe dar condiciones para que pueda aterrizar mayor capital privado en el país.
De acuerdo a información presentada por el Ministro de Planificación del Desarrollo, la formación bruta de capital fue la que tuvo un rol importante en el crecimiento del PIB con 8,2%, mientras que el consumo final apenas llegó a 1,9% y la suma de ambos alcanza a 10,1%; mientras que las exportaciones fueron negativas en -3,8%, pero las importaciones alcanzaron a 4%, la suma total llega a -7,8%.
Inversión
Romero reflexiona al indicar que en este 1er. trimestre de 2023 la economía creció en un 2,28%, sobre todo por la demanda interna en un 10,12%, de la cual 8,22% es formación bruta de capital, es decir inversión, pero pregunta cómo lograrán esto sí la inversión pública es un 20% menor que el 2022 y además el consumo interno de bienes se orienta más a productos del exterior, sobre todo de contrabando.
“Además, la inversión privada nacional y la inversión extranjera han caído en los últimos años por que el Estado boliviano no ofrece garantías en lo económico ni en lo legal a los capitales. Si a todo esto sumamos el problema de liquidez de dólares en el Sistema Financiero Nacional (SFN), se pone más cuesta arriba nuestro crecimiento económico, el cuál evidentemente depende más de la inversión que del consumo de productos nacionales”, aseguró.
Recuerda que se tiene un déficit comercial sostenido desde agosto de la gestión pasada, solo en abril y julio del 2023 hubo superávits gracias a los precios óptimos en los mercados internacionales, sin embargo, las ventas son muy dependientes del contexto externo, no solo en lo que consumimos sino también en lo que vendemos al resto del mundo.
“Un 75% de nuestras exportaciones son productos no tradicionales, de ellos los hidrocarburos presentan en déficit comercial y energético, donde los ingresos fiscales cada vez son menores y los gastos públicos en compra de carburantes se elevan cada vez más, sobre todo por los subsidios. Sin duda una país que exporta menos, genera menos ingresos, menos divisas, menos impuestos, menos empleo, su crecimiento económico también será limitado, lo cual se puede agravar mucho más si se dolariza la economía argentina, por ejemplo”, advirtió.
El economista Gonzalo Chávez en reiteradas oportunidades, en sus redes sociales, dijo que el Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP) ya caducó pues se basa en precios altos de las materias primas, pero como está en caída los ingresos del gas, la economía siente la falta de recursos.
Además, coincidió con otros analistas económicos sobre un cambio de timón en la economía nacional a raíz de la caída de los ingresos del gas e incertidumbre en la economía mundial, ya que los principales países desarrollados sienten la amenaza de una recesión o estanflación.
Éxito
Para el viceministro de Planificación, David Guachalla, es una cifra positiva el crecimiento del 2,3% del Producto Interno Bruto (PIB) de Bolivia, en el primer trimestre del año y gracias a su modelo económico.
Los sectores que contribuyeron en ese crecimiento son servicios (5,2%); transporte y almacenamiento (4,1%); electricidad, gas y agua (3,9%); construcción (3,5%); establecimientos financieros (3,3%), entre otros.
No se quedan atrás los servicios de la administración pública con 2,1%, más atrás está la industria manufacturera con 2%, luego el comercio con 1,9%, el agropecuario con 1,6%, comunicaciones 1,1%, minerales metálicos y no metálicos 0,6% y, con cifra negativa, petróleo y gas natural con -2,5%.
Lo cierto es que Bolivia ingresa a una nueva etapa de desaceleración de la economía nacional, tal como ocurrió en el primer período del Movimiento Al Socialismo (MAS), cuando llegó a 2,2 el 2019.
En 2021 alcanzó 6,1%, pero en 2022 cayó a 3,5%. Para la presente gestión el gobierno proyecta 4,8%, mientras el Banco Mundial estima sólo 2,5% y el Fondo Monetario Internacional (FMI) baja más la proyección, a 1,9%.
Las cifras que presenta el gobierno no convencen a los entendidos en la materia. Por ello el analista financiero Jaime Dunn escribió en su @JaimeDunn_ que «no hay que preguntar cuanto creció el PIB, sino cómo creció. Se puede crecer con gasto o con inversión».
Bajo
El economista Gabriel Espinoza Y. escribió en su @g_espinoza que en general, un 2,28% de crecimiento es bajo comparado con lo que crecimos antes de la pandemia. La economía sigue resentida.
Además, los sectores que más crecen lo hacen en base a autoempleo e informalidad. Las familias tratan de subsistir. Los sectores que generan dólares (minería, agro e hidrocarburos) tienen desempeños muy malos. Ni especulación ni transitoria la crisis, escribió.
Entretanto, las importaciones siguen creciendo a un ritmo muy alto (13%), lo que implica mayor dependencia en tiempos de menos ingresos. Bolivia es menos soberana que nunca, apuntó y agregó que la demanda está por el piso, lo que explica en gran medida el por qué no se han disparado los precios en el mercado. La inflación baja es producto del estancamiento, pero el productor o vendedor no puede asumir eternamente el incremento de costos.
“Por lo tanto, se mantiene, dentro de los escenarios, la posibilidad de estanflación”, advirtió, cuya proyección también ya lo hizo el economista Ernesto Sheriff en su @sheriff_ernesto, el pasado 17 de agosto, en donde escribió que el PIB oficial debe esperar años para que se procesen los papeles de los formularios de las empresas… Lo que se ve (siente) es una estanflación inminente.