lunes, julio 29, 2024
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“Rusia debe poner fin a su guerra brutal ahora”

La comunidad internacional expresó su condena al ataque ruso de ayer  sobre la ciudad de Chernihiv, al norte de Ucrania, que dejó un saldo de siete muertos -entre ellos una niña de seis años- y 129 heridos.

El impacto del misil se dio a plena luz del día en el centro de la ciudad -donde se encuentran una plaza, una universidad politécnica y un teatro- durante la festividad ortodoxa de la Transfiguración del Señor.

«Es atroz atacar la plaza principal de una gran ciudad, por la mañana, mientras la gente está paseando, algunos yendo a la iglesia para celebrar un día religioso para muchos ucranianos», sentenció la coordinadora humanitaria de la ONU para Ucrania, Denise Brown.

«Condeno este patrón repetido de ataques rusos sobre zonas pobladas de Ucrania. Los ataques dirigidos contra civiles u otros objetos están estrictamente prohibidos por el derecho internacional humanitario», continuó.

La embajadora estadounidense en Ucrania, Bridget A. Brink, también repudió lo ocurrido y escribió en su cuenta de X que «hombres, mujeres y niños inocentes que disfrutan de un hermoso sábado, un día festivo en Ucrania, nunca deberían terminar muertos o heridos. Los ataques con misiles y aviones no tripulados de Rusia contra las ciudades, puertos y personas de Ucrania reflejan las profundidades en las que Rusia se ha hundido y debe detenerse».

A ello se sumó la palabra del secretario de Estado Antony Blinken: «Condenamos en los términos más enérgicos otro horrible ataque con misiles contra civiles inocentes en Chernihiv (…) Estados Unidos siempre apoyará al pueblo de Ucrania. Rusia debe poner fin a su guerra brutal ahora».

Por su parte, la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, dijo estar «horrorizada» por el ataque que destruyó partes del centro de Chernihiv que, con su rica y milenaria historia, había sido declarado candidato para ingresar en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.

«El teatro parcialmente destruido y otros locales culturales y educativos dañados. Todos mis pensamientos para las víctimas», escribió en las redes sociales.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) también denunció las acciones de Moscú, que atentó y acabó con la vida de menores inocentes.

«Una y otra vez vemos cómo se trunca la vida de los niños y cómo las familias sufren el dolor insuperable de perder a un hijo, todo debido a esta horrible guerra. Los ataques deben parar. Los niños y las niñas deben ser protegidos. A este país se le debe dar la oportunidad de la paz y, a sus niños, de un futuro», lamentó la organización, que llamó a las partes a «proteger a los civiles y a la infraestructura civil» además de «cumplir con las obligaciones legales y morales de mantener a los niños fuera de la línea de fuego».

La agencia recordó que, hasta el momento, más de 1.700 menores han perdido su vida o resultado herido desde el inicio del conflicto bélico.

Es «una grave violación del derecho internacional humanitario» que «marca la vida de los afectados y erosiona la estructura de la ciudad», sumó el Defensor del Pueblo, Dimitri Lubinets.

El presidente Volodimir Zelensky también lamentó lo ocurrido más temprano. «Un sábado cualquiera que Rusia convirtió en un día de dolor y pérdida. Hay muertos, hay heridos», dijo.

«Esto es lo que significa vivir junto a un Estado terrorista. Esto es contra lo que estamos uniendo al mundo entero. Mis condolencias a todos los que han perdido a un ser querido», continuó.

Es por ello que el mandatario llamó al mundo a «hacer frente al terror ruso» y a proporcionar a su país «herramientas adicionales para salvaguardar la vida». «Para que gane la vida. Rusia debe perder esta guerra», concluyó.

Testigos del ataque narran los horrores que vivieron en este lugar que, hasta el momento, no había sido uno de los principales blancos del Kremlin.

Desde su cama en el hospital, con las piernas aún cubiertas de sangre, Diana Kazakova contó que se encontraba dentro de un comercio cuando comenzó a sonar la sirena de alerta y, pocos minutos después, se produjo el impacto.

«La gente estaba llorando, gritando en la calle. Daba miedo», recordó.

Iryna, camarera de uno de los restaurantes, dijo que «había humo, gritos, la gente corría, lloraba. Corríamos al refugio cuando pasó todo y nos sentamos allí». (Infobae/ AFP)

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